Opinión

Que no dimita el fiscal general de «el 1»

«¿La Fiscalía de quién depende?, ¿de quién depende? Pues ya está». Así respondió Pedro Sánchez durante la campaña electoral de 2019 a un periodista de RNE que le preguntó cómo pensaba cumplir su promesa electoral de traer a Puigdemont de vuelta a España, para que rindiera cuentas ante nuestra justicia.

Cinco años después ya todos sabemos que la palabra de Sánchez tiene el mismo valor que un euro de madera y que el presidente del Gobierno considera que sus promesas son sólo algo sobre lo que puede cambiar de opinión sin despeinarse; pero también sabemos que maneja todas las instituciones del Estado como si fueran de su propiedad y que, en esto sí dijo la verdad, seguramente sin querer, ha convertido a la Fiscalía es una herramienta que utiliza a su antojo para lo que a él mejor le convenga.

Según confesó Pedro Sánchez, la Fiscalía es parte de él, luego imputando al fiscal general del Estado, el Tribunal Supremo ha imputado al presidente del Gobierno, que une así su suerte a la de Álvaro García Ortiz. Como bien dice la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el fiscal general del Estado, también va pa’lante, siguiendo el camino de la esposa de Pedro Sánchez, imputada por tráfico de influencias y corrupción; de su hermano David, imputado por malversación, prevaricación y tráfico de influencias; de la mano derecha de su mano derecha, Koldo, imputado por organización criminal, blanqueo de capitales, cohecho, delitos contra la Hacienda Pública y tráfico de influencias; y, en breve, del que fuera mano derecha de Pedro Sánchez, José Luis Ábalos, quien será imputado hoy o mañana por su pertenencia a la mal llamada trama Koldo, que deberíamos renombrar como trama Sánchez.

Todos los que están cerca de «el 1» van pa’lante. Sánchez tenía por costumbre usar apodos para referirse a sus integrantes. Así, la amiguita de Ábalos era Jessica 20 minutos; Koldo era el Grandulló’; Aldama, el Gominas; Ábalos, el Goblin. Y el mote del presidente del Gobierno era el 1. El Uno es el que tuvo a Ábalos como ministro primero de Fomento y más tarde de Transportes hasta que el 10 de julio de 2021 lo cesó sin dar ninguna explicación, aunque, como premio, lo puso de número 2 por Valencia en las listas para las elecciones generales de 2023, asegurándose así su aforamiento cuando fuera imputado.

El Uno siempre trata así de bien al resto de miembros de la trama. Cuando pierden las elecciones los asciende, como hizo con Francina Armengol, alias cariño, colocándola de presidenta del Congreso tras comprar mascarillas a la trama. Igual que hizo con Ángel Víctor Torres, al que ascendió a ministro tras adjudicar contratos a la trama desde el Gobierno de Canarias. Cuando el Uno sospecha que van a ser imputados, los aparta, para que no le manchen, pero los coloca bien, como a Ábalos. Y a la familia imputada, «el 1» les escribe cartas de amor y consigue que la Agencia Tributaria les haga extrañísimos informes exculpatorios sin firma ni membrete.

Ni la imputada Begoña Gómez va a dejar de ser esposa de Sánchez; ni el imputado David, alias Azagra, va a dejar de ser su hermano; ni Ábalos dejará de haber sido la mano derecha del presidente del Gobierno cuando sea imputado; como el imputado Koldo nunca dejará de ser el que dormía con los avales de militantes socialistas que le permitieron ser candidato a las primarias de 2017. No tiene ningún sentido que dimita el fiscal general de «el 1». Pedro Sánchez debe seguir rodeado de todos sus imputados hasta el día que le toque a él ir… pa’lante.