OPINIÓN

Putin dispara la tasa de ‘suicidios’ del Kremlin

Putin dispara la tasa de ‘suicidios’ del Kremlin

Los países en latitudes muy septentrionales registran altas tendencias al suicidio y al alcoholismo que se atribuyen a las pocas horas de sol y a sus consecuencias, como la soledad y la falta de vitamina D. Sin embargo, desde que Moscú lanzó la “operación militar especial”, ha aumentado de tal manera el número de suicidios de miembros civiles y militares del Gobierno, así como de empresarios, que algunos bromistas dicen que los pasillos del Kremlin son más peligrosos que las trincheras del frente.

Los últimos fallecidos han sido Roman Starovoit, de 53 años, que se mató mediante un disparo en su coche a las afueras de Moscú horas después de que Vladímir Putin lo destituyera de su cargo de ministro de Transportes. Stavorit, militante del partido Rusia Unida, empleó una pistola que le regaló el Ministerio de Interior. Fue gobernador de la región de Kursk, escenario de grandes batallas entre los ejércitos ruso y ucraniano, desde septiembre de 2019, hasta mayo de 2024, cuando el presidente le llamó a Moscú.

Esta muerte provocó otra. Al enterarse de ella, el subdirector del departamento del fondo de terrenos del Ministerio, Andréi Korneichuk, cayó fulminado por un infarto.

Según los medios de comunicación rusos, la causa del suicidio podría ser la investigación del robo de fondos destinados a la construcción de defensas anti-tanque, donde las tropas ucranianas penetraron en agosto de 2024. Y añaden que el sucesor de Starovoit como gobernador, Alexei Smirnov, que fue destituido en diciembre de 2024 y arrestado en abril de 2025, podría haber acusado a su predecesor.

Junto con la corrupción en el distrito de Kursk, también se cita como otra causa de la destitución de Starovoyt el bloqueo de los aeropuertos la Rusia occidental debido a los ataques de drones ucranianos, que el primer fin de semana de julio causaron 500 cancelaciones y 2.000 aplazamientos de vuelos. Es una manera de que los rusos, sobre todo los quince millones que viven en la capital y en San Petersburgo, sufran las consecuencias de la guerra.

Los enemigos de Putin le acusan de gobernar con los viejos modos comunistas, no sólo en cuanto a la represión de la disidencia, sino también en cuanto al trato a su camarilla y sus servidores inmediatos. Stalin recuperó la costumbre de algunos viejos zares de liquidar a sus ministros. Los soviéticos parecieron civilizarse cuando Nikita Kruchov fue destituido en 1964 y enviado a retiro, pero no ejecutado ni deportado a un campo de concentración. Una vez que el veterano teniente coronel de la KGB se convirtió en presidente de Rusia, el último día de 1999, las “operaciones húmedas” regresaron.

Desde el comienzo de la invasión de Ucrania, las muertes por supuesta mano propia dentro de Rusia se han multiplicado entre los privilegiados.

El 4 de julio, se encontró el cuerpo del vicepresidente de la compañía estatal de oleoductos Transneft, Andrei Badalov, al pie del rascacielos de lujo en el que residía en Moscú. Aunque vivía en el piso 10º se tiró desde el 17º para no dar un disgusto a su esposa y sus hijas.

La mortandad es alta en Gazprom, una de las mayores del mundo, de la que el Estado ruso posee la mitad del accionariado. Como gestiona las reservas de gas y petróleo del país, es vital para la economía y la financiación de la guerra. Al menos cuatro directivos se han suicidado, uno mediante varias puñaladas y otro matando a su esposa y su hija.

Que sepamos, dos altos oficiales también se suicidaron. En octubre de 2022, el teniente coronel Roman Malyk, veterano de la guerra de Chechenia y uno de los responsables de la movilización parcial del Ejército ruso para la “operación militar especial”, se ahorcó en el jardín de su casa. Y en febrero de 2023, el general de división Vladimir Makarov, recién destituido como jefe de un cuerpo de Policía, se pegó un tiro en su dacha.

Ha transcurrido medio año desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y la guerra prosigue. Si es verdad que Putin quiere ponerle fin, está desaprovechando la oportunidad, que puede desvanecerse pronto. En Estados Unidos y la Unión Europea hay voces que piden más dureza contra Rusia y ésta en ningún momento muestra las armas secretas con las que amenaza constantemente. El conflicto de Ucrania podría convertirse para Rusia en lo que fue la “guerra contra el terrorismo” para Estados Unidos: un cenagal en el que se enterraron miles de vidas y que endeudó al país.

Aunque también el alargamiento podría deberse a que la finalidad de esta guerra no sea la defensa de los intereses nacionales, sino los intereses de los dirigentes y, en concreto, de sus fortunas. Al final, los dirigentes del Moscú supuestamente tradicionalista y los miembros del “Deep State” decadente de Estados Unidos coinciden en Panamá y en Abu Dhabi.

Putin y sus consejeros, que prepararon esta ofensiva durante años, se han olvidado de uno de los consejos de Sun Tzu: “Nunca se ha visto que una guerra prolongada beneficiase a ningún país”. Tres años y medio dura ya la que se libra en Ucrania.

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