Opinión

A Pumpido le sacan los ojos y traga

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Lo que vienen a decirle y le dicen al presidente del Tribunal Constitucional los que le auparon a ese distinguido puesto es que son ellos los que mandan y, por ende, Pumpido el que obedece.

Parece mentira que un tipo tan enrevesado y en ocasiones alineado políticamente como Cándido Conde-Pumpido no haya pedido a sus amigos del Gobierno que dejen de ayudarle, porque cada vez que tipos como Bolaños o Puente abren la boca lo que realmente hacen es dejarle como un guiñapo ante los ciudadanos contribuyentes y que no tiene más remedio que preguntarse sobre su vergüenza, profesionalidad y hasta honor.

Después de haber propiciado que aquellos socialistas que perpetraron el mayor caso de corrupción de toda la Unión Europea conocido como caso ERE hayan salido de la cárcel y otros ni siquiera hayan entrado, liberación anunciada en su día por Sánchez durante un mitin en la capital andaluza, nada tiene de extraño que cada vez que un ministro o dirigente socialista anuncie la posición que tomará el Tribunal Constitucional en otras cuestiones que afectan de plano al Gobierno el respetable tuerza el gesto en la creencia de lo anteriormente expuesto. Conozco un director de periódico madrileño que hasta hace poco sostenía que una mayoría de magistrados del Constitucional cooptados por los partidos de izquierda no tragarían con un asunto como la amnistía. Ahora ya no piensa lo mismo. Esa mayoría de siete a cuatro es la que marca el rumbo. Ahora se comprende bien el error Casado al haber propiciado que el sanchismo entrara en tromba en el Constitucional.

En ocasiones el columnista se ha preguntado qué tipo de reclamo le ofrece a don Cándido persistir en un puesto cuando es repudiado por una inmensa mayoría de ciudadanos medianamente informados; qué tipo de placer oculto le produce firmar disposiciones contradictorias en relación con el Supremo e inmensamente controvertidas entre el pueblo llano. No tiene por delante toda una vida y más pronto que tarde tendrá que apearse de esa toga.

¿Cómo pasará a la historia el hombre que no tuvo reparo alguno en señalar directamente a su toga repleta con el polvo del camino? Hay cosas en este conglomerado de poder que resultan incomprensibles, incluso, para la mejor voluntad del mundo.