Pues claro
El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo no sólo ha avalado las devoluciones en caliente de los dos inmigrantes subsaharianos que saltaron la valla de Melilla en 2014, sino que -de paso- ha desmontado toda la campaña orquestada por la izquierda, que acusó al Gobierno de Mariano Rajoy de violar los derechos humanos. Fue una ofensiva vil y desalmada en la que se vertieron sobre el anterior Ejecutivo del PP un alud de insultos. Le llamaron inhumano, miserable y fascista; las terminales mediáticas de la izquierda ofrecieron programas especiales en las que el Gobierno aparecía retratado como un monstruo sin escrúpulos que condenaba a la muerte a seres humanos inocentes.
Pues bien, por unanimidad, el tribunal pone de manifiesto lo obvio: que España no violó los derechos humanos de nadie, sino que fueron los inmigrantes lo que se pusieron en situación de ilegalidad al intentar de forma deliberada entrar en territorio español de una forma no autorizada. «Lo que sucedió después —su arresto por la Guardia Civil y su devolución inmediata y sin que se les permitiera consultar a un abogado o a un médico, entre otros— fue consecuencia de su propia conducta», asegura el tribunal.
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