Opinión

El PSOE ya no distingue entre víctimas y verdugos

El nivel de ignominia del PSOE de Pedro Sánchez ha alcanzado un umbral insufrible y como muestra de su bajeza moral, un nuevo ejemplo: el Gobierno de Navarra, presidido por la socialista María Chivite, ha reconocido otros cinco casos de supuestas torturas, en base a la llamada ley de abusos policiales. Y una de esas «víctimas» para el Gobierno socialista es Iker Moreno, un terrorista que fue detenido en 2011 en una operación contra el entorno de ETA. Se da la circunstancia de que fue el entonces juez de la Audiencia Nacional y actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska,  quien le envió a prisión durante el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero por haber desempeñado actividades de apoyo a los presos de la banda terrorista ETA.

Iker Moreno llegó a un acuerdo con la Fiscalía para evitar el ingreso en la cárcel, aceptando una condena a dos años de cárcel por «integración en organización terrorista». En concreto, la Audiencia Nacional le condenó, junto a otros cuatro acusados, como «encargados de ejecutar la estrategia diseñada y supervisada en última instancia por la propia organización terrorista ETA».

Consiguió reducir su pena de 10 años tras renunciar a «a cualquier actividad relacionada con el uso de la violencia» y, con ello, «contribuir a la reparación a las víctimas del terrorismo». O sea, asumió su pertenencia a ETA pero, una vez despejado su horizonte penal, denunció haber sufrido «torturas salvajes» por parte de la Guardia Civil durante el tiempo en que había permanecido incomunicado, incluidas amenazas de violación.

Aquella denuncia fue archivada y, en 2013, el Tribunal Constitucional rechazó su recurso, pero en 2021 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a España por no investigar las torturas que había denunciado Íñigo González, detenido en la misma operación junto a Moreno. Ese es el motivo por el que el Gobierno socialista navarro reconoce ahora su condición de víctima en aplicación de la Ley 16/2019 de «reconocimiento y reparación a víctimas por motivación política provocados por funcionarios públicos y grupos de extrema derecha». El Tribunal de Derechos Humanos no admitió la existencia de torturas, sino que sentenció que no hubo una investigación, que no es lo mismo. Pero para este socialismo que ya no distingue entre víctimas y verdugos, el tal Iker Moreno merece una reparación. Nauseabundo.