Opinión
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Nueva jugarreta de Sánchez contra el Rey

  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

Según los datos del Servicio Europeo de Vigilancia, 382.000 hectáreas han ardido ya en España. Las llamas de este mes de agosto son las más devastadoras de la historia. Con 4.678 personas obligadas a abandonar sus hogares devorados por los incendios. Y víctimas también, (víctimas es un decir), el Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se han visto obligados a abandonar no sus modestas viviendas, sino sus paradisíacos retiros vacacionales. El primero de ellos, después de haber disfrutado unos días en Marivent y seguidamente en Grecia, desde donde y según recogíamos en la columna de la pasada semana el Rey se había mantenido en contacto telefónico con los presidentes de las comunidades afectadas. El presidente, en La Mareta, en la isla canaria de Lanzarote, con su familia en pleno, entre ellos sus padres, hijas y cuñados. ¡Paga el Estado!

Felipe necesitaba la autorización de Sánchez para moverse. Y lo que el inefable presidente no iba a permitir es que el inquilino de Zarzuela acudiera antes que él a visitar los escenarios de los incendios. Ni tampoco hacerlo juntos. Y, por lo que se ve, tampoco hasta ahora.

Sánchez no podía olvidar el 3 de noviembre de 2024 cuando, visitando los escenarios afectados por la DANA al mismo tiempo que lo hacían Felipe y Letizia, tuvo que ser evacuado de Paiporta al recibir no sólo insultos de «asesino» e «hijo de puta» sino también lanzamientos de varios objetos que amenazaban su integridad.

Y eso que, en previsión de lo que pensaba podría pasar, convocó a los alcaldes y diputados para que hiciesen de palmeros, exigiendo que las personas afectadas no se acercaran a él y permanecieran a doscientos metros.

Por ello, Sánchez sólo ha permitido, en esta ocasión, el cómo y el cuándo Felipe debería viajar a España. No en el Falcon que utilizó el Rey para el viaje con su familia desde Mallorca a Grecia sino en un avión de la Fuerza Aérea que se trasladó hasta Tesalónica (Grecia) para recoger al Rey y trasladarlo a la Base Aérea de Torrejón. Eso sí, tres días después de que Sánchez compareciera en algunos de los escenarios afectados en los que, al igual que sucedió en Valencia, fue insultado. En esta ocasión con gritos de ¡fuera!, ¡traidor!

Una vez en el aeródromo, Felipe, con uniforme militar, se reunió con los altos mandos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para conocer de primera mano la situación de los incendios y mostrar su apoyo a las personas que están trabajando sin descanso.

No es la primera vez que el Rey ha tenido que esperar a que Sánchez se movilizara para hacerlo después él. No hay que olvidar que, según la Constitución, todos los actos del Rey tienen que ser refrendados por el Gobierno, de manera que Felipe depende de Sánchez para ejercer su labor institucional. Incluso ha habido precedentes, sin ir más lejos este que comentamos, en el que Sánchez, como jefe del Ejecutivo, ha vetado la presencia del Rey en aquellos escenarios en los que el «puto amo» es el único protagonista. Como se ha visto en toda la prensa nacional.

Mientras que a Felipe sólo se le ha permitido la comparecencia ante los mandos de la UME en el interior de la base aérea situada en la zona este de la Comunidad de Madrid y a sólo unos 20 kilómetros de la capital de España, Sánchez se daba, no precisamente un baño de multitud, sino la oportunidad de fotografiarse en el paraje natural de Las Médulas, en León, en Molezuelas de la Carballeda, en Zamora, y en otros escenarios, siempre acompañado del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de las autoridades de las zonas afectadas de Orense y León.

Y Felipe, viéndolas venir, repito, esperando para ser autorizado a comparecer físicamente ante y entre la gente que han perdido sus viviendas y que se encuentran abandonados mientras Sánchez blinda su visita extremando la seguridad. No quería exponerse a la ira de los ciudadanos, como sucedió en Paiporta. Para ello ha evitado el contacto directo con los afectado y, ¡por supuesto!, no coincidir en ningún momento con el Rey. Vergonzosa actitud. Incalificable actitud. Impresentable actitud.

Al cierre de la columna, se ha sabido que el «puto amo» permitirá a los Reyes visitar la próxima semana las zonas afectadas por los incendios. Sin comentarios.

«El Rey no está»

Nada que ver la situación de hoy ni en el Gobierno ni en Zarzuela, con la que existía el 22 de junio de 1992, cuando el presidente del Gobierno, Felipe González, anunció ese día, con toda la intención, que «el Rey está ausente del país». Además, ese día no era un día cualquiera: su padre, el conde de Barcelona, celebraba su 79 cumpleaños en el transcurso de una cena en la casa de su hija la infanta Pilar, en Puerta de Hierro, con asistencia de toda la Familia Real. Y, lo más importante, don Juan Carlos tenía que firmar el real decreto de la dimisión de Fernández Ordóñez como ministro de Asuntos Exteriores.

El lector se preguntó, al oír las palabras del presidente del Gobierno, que provocaría, nada más y nada menos, la ruptura del gran tabú de la Transición y el fin del silencio sobre la vida privada del Rey, como se preguntan hoy los ciudadanos al no ver a don Felipe en ninguna de las zonas afectadas por los incendios: ¿Dónde está el Rey?

Entonces sólo lo sabía el jefe de su Casa, el inolvidable general Sabino Fernández Campo, nada que ver con el actual en el cargo, el diplomático Camilo Villarino, sustituto de Jaime Alfonsín. Aunque a ustedes les cueste trabajo creerlo, don Juan Carlos se encontraba en Suiza, junto a la «amiga entrañable», (Marta Gayá), víctima de una depresión. El general Sabino, un hombre leal pero no cortesano, le comunicó que inmediatamente enviaba un Mystere a recogerle. Sin más explicaciones. Lo que el querido e inolvidable Sabino no esperaba es que don Juan Carlos, después de firmar el documento, le comunicara que regresaba inmediatamente a Suiza, a pesar de recordarle que esa noche su padre celebraba su 79 cumpleaños. «No creo, señor, que le queden ya muchos que festejar» (unas palabras premonitorias ya que don Juan fallecería el 27 de junio del año siguiente).

La tensión, el disgusto y hasta el cabreo del conde de Barcelona por la ausencia de su hijo era manifiesta. Como lo eran las lágrimas de doña María como madre. Sin embargo, doña Sofía decidió asistir y lo hizo sin que nadie de la familia advirtiera ni el sufrimiento ni lo que había llorado y siempre llena de dignidad. La que está manteniendo don Felipe ante las humillaciones del presidente del Gobierno, «el puto amo». ¿Hasta cuándo?… hasta que Sánchez decida (?).

Chsss…

La primera visita de Felipe, a su regreso, ha sido para su amigo Jaime Anglada, que el pasado 8 de agosto fue arrollado por un coche. Desde entonces permanece en la UCI del Hospital de Son Espases en coma inducido.

Las galletas para perros es el nuevo negocio del rey Carlos III. Royal Dog Treats, que se venden bajo el slogan «con cariño para tu príncipe o princesa de cuatro patas». Están realizadas con harina integral, caldo de pollo y huevos.

La Casa Real noruega ha decidido retirar el pasaporte diplomático a Marius Borg, el hijo mayor de la princesa soberana, Mette-Marit, por estar acusado de 23 cargos, algunos muy graves.

Carlos Sainz ha celebrado estos días sus dos años de historia de amor con la modelo escocesa Rebeca Donaldson, que le acompaña por los circuitos de todo el mundo.

Parece que no pasan los años por Rain Man, que ha celebrado los 88.

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¿Por qué no se pixelan los rostros de los niños tan pequeños como David, el hijo de Bertín, o Anita, la nieta de la Obregón, ya que no hacerlo constituye una violación de la intimidad de un menor.

La Agencia Española de Protección de Datos, en su artículo 6.1 del Reglamento General, puede sancionar hasta cono 3.000 euros.

El Departamento de Estado de Estados Unidos señala a Ione Belarra como una de las culpables del antisemitismo en España. Y ella feliz por ese protagonismo. Es lo único que le queda.