Premios incomprensibles
Resulta comprensible que guardias civiles y policías nacionales estén enfadados después de que el Ministerio del Interior haya condecorado a seis mossos. No parece lo más adecuado tras los acontecimientos acaecidos en los últimos meses en Cataluña. La inacción premeditada de los agentes autonómicos en el asedio a la consejería de Economía y Hacienda de la Generalitat, o la celebración del referéndum ilegal del 1-O, son dos hechos que hacen incomprensible que se pueda premiar a componentes de un Cuerpo que tanto colaboró con su activa inacción al golpe de Estado separatista. La prueba es que su jefe de entonces, el mayor Josep Lluís Trapero, declarará de nuevo ante Carmen Lamela con bastantes posibilidades de acabar entre rejas por lo sucedido durante aquellos días.
Bien es cierto que casi la mitad de los Mossos se mantuvo leal a los principios constitucionales. No obstante, hubo 4.000 agentes que participaron del desorden por su propia parálisis. Uno de los condecorados, además, es el comisario Francesc Xavier Gámez. Un hombre de confianza del propio Trapero, lo que sin duda ha generado el lógico estupor entre los componentes de la Policía y de la Guardia Civil. Gámez, además, es oriundo de Granada y se pasó desde la Benemérita a los Mossos cuando comenzó la andadura de los policías autonómicos. Un caso curioso, ya que incluso catalanizó su nombre cuando comenzaron a promocionar a los nacionalistas con tal de conseguir un salario mucho mayor que el que percibía como guardia civil. Algo que recuerda la célebre frase de los hermanos Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros”.
El Gobierno debería cuidar más este tipo de detalles. Los profesionales de la Policía y la Guardia Civil se jugaron el tipo sin ninguna ayuda para mantener el orden social y defender la legalidad vigente en Cataluña. Los Mossos, lejos de ayudar, supusieron un óbice insalvable en la mayoría de ocasiones. Además, muchos de ellos están siendo investigados por otros casos como el espionaje a destacadas personalidades del constitucionalismo en Cataluña o la destrucción de documentos. Si a esto le unimos que la tan demandada equiparación salarial continúa sin concretarse, tenemos un contexto en el que estas distinciones deberían haberse evitado. Los Mossos tienen que ser reformulados de arriba a abajo si quieren seguir existiendo. Siempre con escrupuloso respeto a la Ley. Las medallas las deben recibir cuando las merezca el conjunto de su actuación como colectivo. Mientras tanto, los laureles han de ser para aquéllos que ponen la defensa de España por delante de ellos mismos.
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