Opinión

La política lingüística de la Generalitat hunde el catalán

Han saltado todas las alarmas. Hasta la presentadora del programa estrella de las mañanas de TV3, Ariadna Oltra, lo decía el otro día: «La situación de nuestra lengua es alarmante». La misma, por cierto, que se empeñaba en llamar País Valenciano a la Comunidad Valenciana el día que entrevistó al presidente Carlos Mazón.

A continuación ofrecieron, en la cadena pública, algunos datos oficiales. Es el primer informe sobre la situación del catalán desde la llegada del socialista Salvador Illa a la Generalitat. Aunque, como se sabe, el dirigente socialista ha creado un Departamento de Política Lingüística. Y ha puesto al frente a un consejero bien visto por ERC, Xavier Vila.

Era una de las exigencias de los republicanos. Fácil de cumplir en este caso. Los socialistas catalanes nunca han cuestionado el modelo lingüístico creado por Pujol en los años 80. Tampoco hay indicios de que vayan a cumplir con las sentencias del TSJC en la materia, más allá de lo necesario. Pese a que el 25% de castellano va abriéndose paso poco a poco.

Pero, como decía, en TV3 estaban escandalizados porque hasta los profesores se han pasado al castellano. A pesar de que el catalán es oficialmente la «lengua vehicular». En 4º de ESO el 50% de los docentes utiliza la lengua castellana. «Con el alumnado la cosa es todavía más preocupante», lamentaban. La lengua catalana ha pasado del 68% en el 2006 al 22% en el 2022.

Al salir de clase, la cosa todavía empeora. En el ámbito familiar, sólo utilizan el catalán el 37%. Con los amigos, el 33%. En las redes el 25%. Y ven películas en este idioma un 11,5%. La propia cadena pública parece en peligro.

Pero, entonces, ¿qué ha pasado? Pues que evidentemente algo ha hecho mal la Generalitat. Si más de 40 años después de las primeras elecciones al Parlament (1980) la cosa pinta tan mal, alguna responsabilidad deben de tener los sucesivos gobiernos autonómicos. Al fin y al cabo, la recuperación del catalán fue uno de los objetivos prioritarios de Jordi Pujol, con la Ley de Normalización Lingüística de 1983. La ley es de abril de ese año. La primera emisión de Catalunya Ràdio fue en junio. Y la de TV3 en septiembre. ¿Lo pillan, verdad? Sin olvidar que, en 1998 hubo una segunda disposición: la Ley de Política Lingüística.

Probablemente, el concejal del PP en Sant Cugat, Alfredo Bergua, puso sin quererlo el dedo en el ojo durante un pleno de este municipio barcelonés la semana pasada. Junts, que tiene la alcaldía, presentó una moción sobre la «emergencia lingüística» en los Països Catalans. Ni que decir que votaron también a favor Esquerra y la CUP. Pero el citado concejal, que es catalanoparlante, les cantó las cuarenta en apenas cinco minutos. «No hay ni una sola palabra de autocrítica respecto a las políticas lingüísticas de las que ustedes son los máximos responsables», afirmó.

«Obviamente, con la complicidad de la mayoría de partidos, incluso del Partido Socialista», añadió. A continuación recordó el Programa 2.000 de Jordi Pujol, que pretendía «catalanizar» la sociedad catalana «sobre todo en la escuela». «Llevamos más de treinta años sufriendo sus políticas lingüísticas y si el catalán está como dicen es sólo por culpa de sus políticas, que son un fracaso». Hasta le dio tiempo de pegar un repaso a TV3, que «ha pasado de ser una televisión amable y útil para la promoción del catalán a una televisión al servicio del régimen y la difusión exclusiva de su ideología».

Bergua, que es también vicesecretario de participación en la dirección de Alejandro Fernández, acusó a los partidos independentistas de estar más preocupados por «lo que hacen los maestros» que «en mejorar la calidad de la educación». Durante treinta años, en efecto, nos han vendido que la educación catalana era «un modelo de éxito». Y ahora, en los informes PISA salimos debajo de todo. «Es más importante que se hable catalán en el patio que mejorar la nota media en matemáticas o en comprensión lectora», concluyó.

En fin, no insisto más porque estaba todo ahí. Hay, sin embargo, un último aspecto que explica el bajón en el uso del catalán: la inmigración. Aunque este es un tema tabú. El pujolismo alentó la inmigración magrebí porque pensaron que los latinoamericanos tendrían suficiente con el castellano y no aprenderían catalán. Pero ahora resulta que -por razones culturales e incluso religiosas-, presenta más problemas de integración que la hispanoamericana. El karma parece que existe.