Podemos, un estorbo para gobernar

Podemos, un estorbo para gobernar

Las fechas avanzan y el momento de la verdad está ya a la vuelta de la esquina. Ese día hablará el ciudadano y su voz será inapelable. Como sujeto soberano que es, dará y quitará razones. Juzgará a la clase política y la pondrá en su sitio. Es su gran responsabilidad. ¡Ojalá triunfe la moderación frente al sectarismo y la concordia frente a la polarización y el enfrentamiento!

Es obvio que el Gobierno Armengol se ha venido sustentando, en las dos legislaturas precedentes, en las apariencias. Ha realizado un gran esfuerzo para ocultar lo que es. Y, ya se sabe, cuando la realidad no favorece a la izquierda, se echa mano de la propaganda, que, con tanta eficacia, sabe organizar. Eso sí, con dinero, presuntamente, público, esquilmado, vorazmente, al sufrido ciudadano. Dada su supuesta superioridad moral, ya se sabe que estas cosas la izquierda siempre las realiza para fomento de la virtud: profundizar en la democracia. ¡Encima, saca a pasear el cinismo!

Por si lo anterior no fuese suficiente, ahora se ha recurrido con descaro a la práctica del despotismo asistencial (Miguel Segura). Han abundado las paguitas, neutralizadas con impuestos y con los efectos de la inflación. Han regado, en abierta discriminación, con dinero público a las autonomías, que hasta ahora vienen gobernando. A partir de aquí, éstas, también Baleares, han prometido las obras y servicios que han sido incapaces de llevar a cabo en los últimos ocho años. Asistimos, y no perplejos, a la presunta compra del voto. ¡Sólo creen en sí mismos y en perpetuarse!

A decir verdad, deberíamos agradecer a Sánchez que se decidiese por el insomnio. Ha tenido, al menos, un efecto muy positivo. Ha vacunado a este país y a esta comunidad autónoma del virus populista de izquierdas. Y, sobre todo, ha hecho que muchos, por fin, hayan caído en la cuenta de que, en el futuro, no es recomendable un Gobierno en Baleares con semejante populismo. Todos hemos asistido a la demostración de su absoluta incompetencia, de su grandiosa soberbia infantil, de su manifiesta incapacidad para rectificar y reconocer los propios errores, de lo fácil que es apuntarse con ellos a la chapuza permanente y al no saber gestionar (solucionar) los problemas de los ciudadanos. Eso sí, atiborrados de pedir dimisiones a todo el mundo, ellos jamás rinden responsabilidad política alguna.

Baste señalar que lo que habían ideado como actuación estrella, que les permitiría subsistir sin apuros en el Gobierno nacional, en los Ayuntamientos y en las comunidades autónomas, se ha convertido en su tumba y en su eterna perdición. La ley del sólo sí es sí ha sido y sigue siendo, por su ineptitud y cabezonería, la ley rebajapenas, sueltavioladores y sueltapederastas (Ya van 728). Ni el manipulador Tezanos lo podrá arreglar. Despropósito superlativo que, para rematar su imagen, se ha visto confirmado con la Ley trans. Ley que viola, de modo irreversible, los más elementales derechos de los menores. La realidad, como ellos ya deberían saber, es muy tozuda y saldrá a la luz. La que han liado es de órdago a lo grande. Han protagonizado, como ya hicieron con las menores tuteladas, el ridículo más espantoso ante toda Europa. No rectificarán y se opondrán a la reforma de la ley del sí es sí.

Creo que el propio Podemos es muy consciente, a tenor del nerviosismo que exhibe en los últimos tiempos, de su situación de cara al proceso electoral. La realidad del desastre de su gestión y de las medidas que han apoyado les señala con el dedo acusador. Son una inutilidad, un verdadero estorbo, para cualquier Gobierno que aspire a una cierta eficacia. ¡Demagogia pura! El veterano periodista Juan Martorell ha recordado, frente a su silencio y fracaso, que «hay otra realidad, la de las personas que engrosan la tasa de pobreza y exclusión social, por encima del 22% de la población de Baleares».

La donación gubernamental de 200 euros anuales, diga lo que diga la mística de la política española, Yolanda Díaz, es un verdadero insulto. Descontado el tanto por ciento que no les perdona Hacienda, no llegan a recibir ni 50 céntimos diarios. Hay que ser muy cínico para además pretender que les aplaudamos semejante racanería e insensibilidad social.
Lo realmente cierto -y ya llevamos demasiado tiempo soportándolo- es que la cesta de la compra trae de cabeza a los ciudadanos. No es extraño que las redes sociales estallaran contra la euforia y el paripé -cubrir las apariencias- que el otro día protagonizaron Sánchez y Armengol.

En esta misma línea, podríamos aludir al empecinamiento que exhiben, como les ha recordado Juan Mestre, en la defensa de la prohibición de la venta de casas a los no residentes en Baleares. Ellos son los primeros que no ignoran que tan restrictiva medida es ilegal en Europa. ¿Qué sentido tiene entonces emperrarse en su defensa al final de la legislatura? Muy sencillo. Como a lo largo de su gestión han fracasado, de modo estrepitoso, en la política de vivienda, ahora, a las puertas de las elecciones, han de contrarrestarlo y ocultarlo, como sea. Nada mejor, se les ha podido ocurrir, que proponer una medida imposible. Por otra parte, las propuestas sugeridas recientemente, que no apoya el PSOE, demuestran su ineficacia y su inutilidad. Son propuestas además que indignan al ciudadano, que se merece un trato diferente. Han puesto en circulación la propaganda, la mentira y la manipulación.

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