¿Plagiará Sánchez a Franco resucitando la censura?
La censura previa del régimen de Francisco Franco maniató la libertad de expresión durante décadas y sumió a España en un atraso cultural e intelectual imponderable. Franco sabía que controlar los medios suponía controlar una parte esencial de la opinión pública. Quizá sea por su obsesión con el dictador, pero lo cierto es que Pedro Sánchez ha decidido emularlo. Aunque desde el Gobierno traten de vestir la iniciativa de censura con pompa y circunstancia dialéctica, y apelen a la protección de los procesos electorales, la realidad es que pretenden cercenar uno de los derechos sagrados tanto de los medios como de los propios ciudadanos. Los primeros, porque en el principio de la libertad de expresión —artículo 20 de la Constitución española— basan su trabajo; los segundos, porque merecen recibir una información veraz y plural, ya que es el termómetro de la calidad democrática de un país.
Pedro Sánchez y los suyos quieren acabar con la prensa libre en periodo electoral con la excusa de protegerlos de las contaminaciones e injerencias que llegan del extranjero. Resulta muy llamativo que el Ejecutivo esté poniendo el foco en este asunto con creciente intensidad a lo largo de las últimas semanas. Justo cuando OKDIARIO ha desvelado la práctica totalidad de las vergüenzas ocultas en el equipo de Pedro Sánchez. Ahí está el escándalo del Tesisgate que protagoniza el propio presidente, caso que lo ha llevado a ocupar todas las portadas de los principales medios internacionales después de que este periódico descubriera los entresijos de una tesis fake con la que fusiló documentos oficiales hasta el cansancio y que, encima, fue elaborada por tres ‘negros’ para mayor escarnio del jefe del Ejecutivo.
Escándalo tras escándalo, con dos ministros dimitidos y una reprobada, el Gobierno socialista es más célebre ya por las sociedades instrumentales de Pedro Duque o Rosa María Mateo que por los méritos —nulos— que han conseguido al frente de La Moncloa. El Gobierno llama «desinformación» a todo lo que no le interesa que se sepa. Pretenden hacerles creer a los españoles que lo hacen por su bien, cuando el bien de la ciudadanía se basa en la mayor pluralidad de medios posible que hagan de la veracidad su modus operandi. Ahí está la propia Isabel Celaá —que oculta un chalé de lujo en su declaración de bienes—, quien ha llegado a cuestionar las preguntas de los periodistas en la rueda de prensa posterior a un Consejo de Ministros porque no le gustaba el contenido de las mismas. Al final, de tanto hablar de Franco, van a acabar resucitando sus maneras coercitivas.
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