Opinión

Sánchez es el mejor aliado de los que cuelgan a homosexuales en grúas

Reconozco que soy de una generación en la que Barrio Sesamo ya se consideraba una cosa vintage, pero como esto de la lógica aristotélica a veces suena snob, me quedo con Epi y Blas para hablar del Gobierno, a ver si algún socialista sigue el hilo argumental.

Retrocedamos unos meses: Pedro Sánchez se presenta a las elecciones generales para luchar contra una ultraderecha que, si llegaba al poder, iba a acabar con los derechos de las mujeres y los homosexuales. Convenció a una parte no menor de la población de que las lesbianas de Andalucía, Murcia, Valencia, Baleares, Madrid, Extremadura, Castilla y León, La Rioja, Aragón, Galicia, Cantabria, Canarias, Ceuta y Melilla estaban en serio peligro de poder seguir con vida por su doble condición de víctimas de las derechas: por un lado, por ser mujeres y por otro, por ser homosexuales. Supongo que el hecho de que las primeras mujeres presidentas de Cortes Generales, alcaldesas y presidentas de comunidad autónoma fueran señoras del PP, algunas de ellas, incluso, con novia incluida, debía ser la excepción que confirma la norma del fascismo, pero yo, sinceramente, a refutar contradicciones no llego.

Por otro lado, Pedro Sánchez ha entendido que su ego no se llena lo suficiente con esa cosa insignificante llamada «España» a la que dice servir, así que ha decidido convertirse en el líder del mundo libre y en el paradigma del socialismo mundial y la justicia social. Es una suerte de Justin Trudeau de Hacendado que está recorriendo el mundo con el Falcon predicando la palabra de San Pedro (Sánchez, no el apóstol) para librar al planeta de la ultraderecha que representa un tal Feijóo que en otros países de nuestro entorno sería, en el mejor de los casos, un tibio socialdemócrata.

Total, que volvemos a la lógica de Barrio Sésamo. Si Pedro Sánchez defiende los derechos de los homosexuales y las mujeres, y pretende ser el líder del mundo libre; cuando un país que cuelga a homosexuales de las grúas y mata a mujeres por no cubrirse el pelo con un pañuelo ataca a otro país en el que los gays se pueden casar y las mujeres pueden hacer lo que quieran, ¿a quién defiende el residente LGTBifriendly feminista? Un, dos, tres, responda otra vez…

Pues no, ¡sorpresa! El líder del mundo libre feminista ya no está tan preocupado por las lapidaciones ni por las grúas de los gays, porque hay algo mucho más importante contra lo que luchar. Y ese algo a lo que odia más que al machismo y la homofobia son los judíos. Porque, con independencia del número de colores que meta dentro de la bandera arcoíris, la única ideología a la que es fiel el sanchismo es el antisemitismo.

Y ¿por qué odia tanto a Israel? Porque les envidia. Porque no puede soportar que no le tenga que pedir perdón ni permiso para existir o para defenderse. Porque los israelíes se sienten orgullosos de su historia y de su religión, sin ser excluyentes con las demás. Porque, cuando les intentan aniquilar, se defienden y se levantan. Porque no piden ser más que nadie, pero sí que nadie les vuelva a hacer de menos.

Un pueblo que hace menos de 100 años estaba siendo aniquilado masivamente y hoy ha convertido un trozo de desierto en una de las mayores potencias tecnológicas del mundo, y una religión de 14 millones de fieles en un mundo de seis mil millones de personas en la cultura predominante, lo que merece es, cuanto menos, respeto. Y si Pedro Sánchez no puede respetarles, al menos que se mantenga en silencio.

España no se merece un presidente que le abochorne. Como siempre, y a pesar del Gobierno, Am Israel Jai. Sánchez es el mejor aliado de los que cuelgan a homosexuales en grúas.