Opinión

El ‘pico’ bochornoso de Rubiales y el pico y pala de la Fiscalía de Sánchez

Que el beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso en la celebración del mundial de fútbol ha sido utilizado por el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez es tan evidente como que el ex presidente de la RFEF tuvo un comportamiento indigno. La perversa instrumentalización de lo ocurrido en Australia por parte de Pedro Sánchez y su Fiscalía General del Estado salta a la vista, porque no hay más que seguir el curso de los acontecimientos para concluir que el empeño del Ejecutivo por sentar en los tribunales a Luis Rubiales no tenía otro fin que servirse de lo ocurrido en las antípodas de España para desviar la atención de otros asuntos y, de paso, volver a blandir la bandera de la igualdad de la mujer tras el fiasco de la ignominiosa ley del sólo sí es sí.  El juez de la Audiencia Nacional que investiga el caso Rubiales, Francisco de Jorge, se sintió presionado por la «actitud» adoptada por la Fiscalía, cuyo máximo representante es el fiscal general del Estado, Álvaro García, hombre de confianza de la ex ministra socialista y su antecesora en el cargo, Dolores Delgado. Según ha reconocido el propio magistrado, «no pude oponerme, la Fiscalía presentó querella y ha habido mucha presión (mediática)». Y tanto. La Fiscalía de la Audiencia Nacional presentó una querella contra Rubiales apenas tres días después de que la futbolista formalizara la denuncia por el beso ante la Fiscalía General del Estado, una reacción meteórica que contrasta con la pachorra que el Ministerio Público exhibe en otros casos.

Que el beso de Luis Rubiales ha sido instrumentalizado hasta la náusea por la izquierda y sus terminales mediáticas es incuestionable. Encontraron, exactamente, lo que andaban buscando para desviar la atención de sus pactos en ciernes con el separatismo. Encontraron en Luis Rubiales la coartada perfecta. Un pico bochornoso que les sirvió de cortina de humo durante varias semanas en las que el Ministerio Público trabajó a pico y pala.