Opinión

El pacto del dentista y cuatro predicciones más

Se apresuran tras las elecciones catalanas los politólogos, futurólogos, sanchezologos y juntaletras varios a adivinar el futuro. Como integrante del gremio, permítanme entrar en las apuestas. Aquí van mis predicciones:

Una. El pacto del dentista. No vamos a ver a Illa de president. Es mucho más cómodo para Sánchez (y eso es lo único que importa, por si alguien aún no lo sabe) estar con ERC como ERC está con él. Como en ese chiste en el que, cuando el dentista se acerca con el taladro a la boca del paciente, éste le agarra de sus partes nobles y le dice “¿no nos haremos daño, verdad?”. Pues así van a estar Sánchez y Junqueras, cogidos en lo más sensible pero sin llegar a hacerse daño, apoyándose cuando convenga, pero manteniendo la tensión secesionista en la que tan cómodos se encuentran.

Dos. No hay mal que por bien no venga. Si pierdo la apuesta número uno, prepárense a ver referéndum e indultos. Es el precio que exigirían los amigos de Otegui para ceder la presidencia a Illa. A Sánchez, con la mente ya en las andaluzas de dentro de dos años, no le conviene. Es la parte buena de que gobiernen los indepes.

Tres. Nadie quiere ser el pez chico. Tampoco veremos fusionarse al centro derecha. A dos años vista de las andaluzas daría tiempo a construir un plan proyecto-líder-discurso. Sin ese triplete no es posible ganar. Sin embargo, las fusiones en política suelen ser por absorción y, para ello, hace falta que un pez más grande se coma al chico, lo cual es difícil cuando ninguno de los peces quiere ser el chico. Acuérdate, Inés, de lo que le pasó a UPyD.

Cuarto. Es la educación, idiota. Tampoco veremos al discurso constitucionalista ganar espacio. Los nacionalistas saben muy bien (y lo han aplicado) que primero hay que ganar las aulas para luego ganar las urnas. El secesionismo ha sido más largoplacista que el constitucionalismo y eso, ahora, se cosecha. Mientras los constitucionalistas (PSOE incluido) no le den la importancia que merece,  tendremos separatismo durante décadas.

Quinto. A ver quién mea más alto. Tampoco veremos buen rollito en las instituciones catalanas. La deseable reconciliación se quedará en bienintencionados discursos. Con la CUP apretando, los correveydiles de Puigdemont y Junqueras seguirán compitiendo por ver quién es el más indepe. Y, gracias a ello, lo que tampoco veremos es cómo regresan las empresas o los turistas, o como se crea empleo.

Lo que sí que veremos es a los bienquedas de todos los partidos seguir con el mantra aquel de que el pueblo nunca se equivoca. Pues hala, ¡disfruten de lo votado… o de su abstención!