El NO-DO del presidente entre calaveras

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¡Son las cosas sorpresivas y sorprendentes de Sánchez! ¡Personaje! Algo gordo para sus intereses personales/familiares han debido detectar los radares de Moncloa para que, nada más aterrizar en Madrid de su viaje genuflexo por Qatar (ya sabemos que en esos países la «memoria histórica» es una verdad revelada en el Corán), se fue raudo y directo hasta Cuelgamuros (antes Valle de los Caídos) camuflado cual forense pinturero ad hoc.

Subrayo que algo tan esperpéntico tiene o debe tener su aquel. Es el primer presidente del Gobierno desde la restauración democrática que se ha autorrodado su nodo particular en modo y manera de performance. ¿Qué está sucediendo en el entorno sanchista? Esta es la cuestión. Porque organizar a toda prisa un escenario repleto de calaveras, fémures, tibias, etc…, y ordenar a los forenses que llevaban meses sin aparecer por allí que se presentaran ipso facto en aquel lugar no puede ser nimio para la Moncloa. Resulta que los huesos en cuestión eran de fusilados del bando nacional, y Sánchez (al que siempre ha dado igual la verdad, ya sea histórica o de hoy mismo) a los que el presidente del Gobierno se refirió como los que «dieron su vida por la libertad y la democracia».

Resumiendo: intenta con la figura de Franco, fallecido hace casi medio siglo, ocultar la sombra negra de una mayúscula corrupción que chorrea por entre las comisuras del matrimonio presidencial y adláteres beneficiados.

Resumiendo más, por corto y por derecho: el objetivo no era y es otro que, produciendo imágenes impactantes, tratar de diluir en lo posible  la enorme sombra negra que tiene en un sinvivir  al sanchismo y a sus miles (casi millones) de ganapanes, que ven peligrar las mamandurrias si el opíparo chiringuito se viene abajo tras el vendaval Koldo y siguientes.

Utilizar lo que fue una tragedia cósmica para tapar sus vergüenzas es algo que difícilmente se puede encontrar en ningún punto del mundo libre. El milagro de la Transición no fue otra cosa que el abrazo entre los vencedores y los perdedores de la Guerra Civil, abrazo que hizo saltar por los aires en primer lugar el gran estadista Zapatero y que está rematando el inmisericorde el inabarcable Sánchez. Ni Suárez, ni Calvo Sotelo, ni Felipe González, ni Aznar, ni Rajoy se atrevieron a tanto. Jugar con estos temas permite concluir algo a cualquier mediano alumno de primaria: miseria locoide y miserables de postín.

Si quieren, pueden y les dejan, dedíquense a robar; dejen a los muertos en paz.

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