Opinión

No quiere otro paripé

Felipe VI deja claro que no colaborará con el actual panorama político que hay instalado en el Congreso de los Diputados. Un bloqueo institucional que tiene hastiados hasta la abulia a los ciudadanos españoles. El Rey, situado en una óptima posición de neutralidad política, no intervendrá a no ser que las distintas fuerzas le presenten un pacto con un Gobierno estable. Una forma de seguir el mandato de la Constitución hasta el paroxismo. Actitud que refuerza la figura de un hombre que ofreció la posibilidad de la investidura tanto a Mariano Rajoy —que la rechazó de manera cabal a sabiendas de que no podría consumarla— como a Pedro Sánchez. Al secretario general del Partido Socialista le pudo más su ambición personal que el contexto político. Tras conseguir los peores resultados de su partido, estaba condicionado por un pacto insuficiente con Ciudadanos, por sus reticencias a una gran coalición con el PP y, en última instancia, por la prohibición de su propio Comité Federal a la hora de aceptar el apoyo a cualquier precio de Podemos y el chantaje independentista.

La voluntad constructiva de Felipe VI se ha encontrado en estos últimos meses con la incapacidad de nuestros políticos como respuesta. Ahora, cuando el camino parece virar hacia nuevas elecciones, sólo habrá otro intento de investidura si de verdad se puede materializar. Una posibilidad en la que, a pesar de sus tendencias electoralistas, los partidos españoles siguen insistiendo. Seguramente, más con la intención de mostrar voluntad de trabajo hacia la ciudadanía que de un intento real de llegar a un acuerdo que dé a España un Ejecutivo. No obstante, Rajoy ya indicó que haría «una oferta irrechazable» a Pedro Sánchez. Propuesta que llegará el 18 de abril, después que Podemos consulte a sus bases sobre el acuerdo tripartito con PSOE y Ciudadanos.

El entendimiento entre Rajoy y Sánchez es casi imposible dadas las enconadas diferencias que hay entre ellos. Por lo tanto, las elecciones de junio son prácticamente insoslayables y el Rey hace muy bien en mantener una posición distante al respecto de las estrategias electorales en las que andan sumidos los distintos líderes. Tácticas que, con casi toda seguridad, harán que aumente la abstención por el hartazgo de los votantes. Un desgaste que también está llegando a los partidos y a los nombres propios. Es el caso del PSOE, donde a Pedro Sánchez se le acaba el crédito, incluso, entre sus compañeros más afines.