No hay acercamiento posible para esta gentuza
Sea cual sea el partido que ostente el Gobierno de España, ahora o en el futuro, deberá recordar siempre el testimonio del terrorista David Pla: «No lamentamos lo que hicimos». Lo tiene que recordar cada vez que un partido político vasco incluya en una negociación el acercamiento de los presos de ETA o, a lo peor, su excarcelación. En ese momento, ya tendrán la respuesta adecuada: no. Resulta imposible dar ni siquiera el beneficio de la duda a los pistoleros, torturadores y asesinos que durante 58 años mataron a casi 1.000 personas, dejaron 16.000 heridos, quemados o mutilados y trastocaron para siempre la vida de 42.000 seres humanos que han tenido que sobreponerse —los que han podido— a la perdida de sus seres queridos, a la angustia física y psicológica que les ha provocado, y a las constantes extorsiones y amenazas.
Víctimas del terrorismo a las que hay que proteger ahora y siempre de manera inexcusable. El caso concreto de David Pla es un ejemplo más de la espiral de ignominia que ha caracterizado a ETA durante toda su existencia. Pla fue detenido en el año 2000 acusado de preparar un atentado contra el alcalde de Zaragoza de aquella época, José Atarés. Con sus palabras, insulta al sistema democrático que nos cobija, pero, sobre todo, insulta a todas esas víctimas que lejos de oír un arrepentimiento o una capitulación, tienen que asistir periódicamente a dislates como éste, a que les digan que «no hubo consideraciones morales en la decisión de detener la lucha armada». Si no hubo moral ni ética, tampoco pueden esperar ninguna concesión por parte de los políticos que representan a todos los españoles.
¿Cómo se sentirían las víctimas de estos salvajes si les dieran cualquier beneficio? PNV, Bildu y Podemos se han afanado en las últimas fechas en presionar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para que modifique la ley penitenciaria. Una trampa en la que no debe caer jamás Rajoy ni cualquier otro presidente que pueda venir en el futuro. Algo que sí sedujo al líder del PSOE, Pedro Sánchez, cuando se comprometió con Iñigo Urkullu a defender en Madrid el traspaso de Prisiones. La unidad de España y el respeto por las víctimas es sagrado. De lo contrario, el mandatario en cuestión no sería digno de llevar las riendas de nuestro país.
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