Ni derogación, ni mejora: para este viaje no hacían falta alforjas
El Consejo de Ministros ha aprobado el decreto ley que modifica algunos aspectos de la reforma laboral del PP. No se trata, en ningún caso, de una derogación, más bien de retoques que, en ningún caso, afectan a la estructura de una norma que se ha revelado como altamente eficaz. Para OKDIARIO, los cambios introducidos demuestran que el Gobierno socialcomunista, instado por la UE, ha abdicado de su pretensión inicial de demoler una norma que ha contribuido a dinamizar y flexibilizar el mercado de trabajo. Los cambios orientados a aminorar la temporalidad, a potenciar los contratos formativos, especialmente la Formación Dual -que el Ejecutivo anterior ya impulsó, por mucho que el actual Ejecutivo trate de apuntarse el tanto-, a mejorar la subcontratación y a recuperar el equilibrio de fuerzas entre el convenio de empresa y el sectorial son aspectos importantes, pero esos cambios no alteran la piedra angular de la reforma del PP, que sigue vigente en un 95%.
El problema de las modificaciones pactadas entre los agentes sociales es que para una izquierda reaccionaria que hizo bandera de su objetivo de aniquilar la anterior norma, este decreto ley del Gobierno socialcomunista les parece un mero retoque cosmético. Es natural: tanto Pedro Sánchez como la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, expresaron su intención de dinamitarla, un deseo que no han podido cumplir y que les coloca en una posición desairada ante sus aliados independentistas, proetarras y nacionalistas vascos, que no aceptan que en la nueva norma no se establezca la «prelación» de los convenios vascos sobre los de ámbito estatal.
Si el decreto ley se quedara como está podría decirse que la meritoria labor de aliño del presidente de la CEOE habría dado resultados -salvar los muebles principales de la reforma laboral del PP a cambio de introducir matices que mantienen su estructura-, pero el problema es que la norma debe ser convalidada en el Congreso y los socios de Sánchez ya han dicho que no votarán a favor, lo que abre la posibilidad de que sea nocivamente enmendada si el decreto ley se convierte en proyecto de ley. En ese caso, Antonio Garamendi podrá ser señalado por algunos como culpable de meterse en el avispero socialcomunista, por mucho que haya dicho que si el Congreso «toca una coma» se descolgará del acuerdo. Y en ese caso habría que darle la razón al PP, que votará «no» por considerar que los cambios introducidos a la reforma laboral no la mejoran en ningún caso. En suma: dadas las circunstancias y habida cuenta de cómo se las gastan los aliados de Sánchez, para este viaje no hacían falta alforjas, sobre todo porque hay un riesgo real de que lo ahora pactado salte peligrosamente por los aires.
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