Nada de Nadia
El presidente Sánchez, en su ciencia ficción, insiste en que su política económica es un ejemplo internacional, base de la fortaleza de la gestión de su Gobierno. Se agarra como a un clavo ardiendo a los datos macroeconómicos que si no se han desmoronado de manera clara se debe al intenso gasto público que los mantiene artificialmente, mientras endeuda a los españoles, que sí sufren en su día a día el empobrecimiento que intensifica la equivocada política económica del Gobierno, al tensar la inflación, vía gasto público, que impide la correcta transmisión de la política monetaria del BCE, motivo por el que habrá de alargarse e intensificarse más, que mermará la renta de los ciudadanos vía el pago de una mayor cuota hipotecaria.
Dentro de esa ciencia ficción de Sánchez, llegó a hacer un chiste fácil al presumir de política económica, diciendo que, «en materia económica, el PSOE tiene a Nadia y el PP no tiene a nadie». En un paso más en su apuesta suicida -pues querer hablar de la economía como eje de campaña, con los desequilibrios estructurales que deja su gestión, es como mentar la soga en casa del ahorcado, el presidente del Gobierno hizo que la vicepresidenta Calviño diese una rueda de prensa el lunes en Ferraz para contraponer su política económica a la del PP, en una escenificación desesperada ante las malas previsiones electorales que las encuestas le dan a los socialistas. ¿Qué dijo Nadia Calviño? Lo siguiente:
- Para comenzar, no detalló medidas, sino que dijo que se irán desgranando en las próximas semanas.
- Defendió la política económica llevada a cabo por el Gobierno como herramienta para los avances sociales que dice que se han logrado, aunque el nivel de pobreza sea más alto que antes.
- Dijo que esperaba que los ciudadanos apoyen el mantenimiento de dicha política, cosa que no parece que hayan hecho en las elecciones municipales y autonómicas
- Destacó que España es el país con la inflación más baja, que se mantendrá en junio. Dijo que, gracias a ello, mejora el poder adquisitivo de las familias y que las empresas ganan, así, cuota de mercado. Sin embargo, el empobrecimiento de las familias, vía inflación, y la asfixia por el incremento del coste financiero de familias y empresas va en aumento.
- Dijo que mantendrán la rebaja del IVA de los alimentos de primera necesidad hasta que los precios lleguen a unos niveles adecuados (sin decir qué nivel es), para luego afirmar que lo decidirán a finales de junio.
- Las medidas de rebaja del ahorro del transporte público las mantiene para todo 2023. Criticó la medida de la Comunidad de Madrid -la gran obsesión del Gobierno de Sánchez y, a la vez, el lugar de sus más grandes derrotas- que eliminará esa ayuda en la segunda parte del año. Dijo que la medida gubernamental ayuda a la sociedad en general y que es útil también para la lucha contra el cambio climático, por el uso de nuevos medios de transporte.
- Consideró que no es creíble el programa económico del PP, especialmente porque no hay un programa claro, según Calviño. Esto constituyó una incoherencia de Calviño: o no hay programa o no es creíble, pero si dice que no lo hay no puede considerar que no es creíble, porque no habrá podido estudiarlo.
- Se vanaglorió de que España está reduciendo rápidamente el ratio de deuda sobre el PIB (cinco puntos en 2022). Dijo que no se ha reducido más por haber tenido que absorber los 35.000 millones de la deuda de la SAREB, de la que es responsable el PP, que lo hizo para beneficiar al sector financiero, que eso es lo que marca la diferencia del PSOE con el PP, que el PSOE se preocupa de los ciudadanos y el PP del sector financiero. Se olvidó de decir que la SAREB vino a resolver una difícil situación de las muchas que dejó el Gobierno de Zapatero, y que al salvaguardar al sector financiero se salvaba a los millones de depositantes de dichas entidades.
- Dijo que es imposible bajar los impuestos y bajar la deuda y que por eso hay que apostar por la política del PSOE. Se le olvidó, claramente, consultar los datos de Madrid, donde se han bajado impuestos y se ha logrado cerrar algún ejercicio con superávit, que supone reducción deuda automáticamente.
- Dijo que es evidente que el PP no quiere hablar de política económica porque la economía va muy bien: fuerte crecimiento, fuerte creación de empleo, mejora de la calidad de empleo, reducción de la desigualdad, mejora del salario mínimo. No parece que sea así, porque mejores datos económicos había en 2019 y Calviño se negó a debatir con Daniel Lacalle, que era el responsable económico del PP entonces. Más bien parece que la solicitud de debate entra dentro de la desesperación socialista iniciada con los seis debates que Sánchez propuso con Feijóo, en una propuesta nada seria.
- Calviño se preguntó qué va a hacer el PP en pensiones, si las va a congelar, así como los salarios o si va a derogar la reforma laboral. Se le olvidó decir que lo que existe es la constancia de lo que han provocado las medidas socialistas, como en las pensiones, que han incrementado la insostenibilidad del sistema.
- Dijo que el diagnóstico de la economía española es compartida por todos los organismos internacionales y que ello explica el motivo por el que el PP no quiere hablar de economía para explicar sus prioridades. También se olvidó de decir que España sigue todavía por debajo del nivel de actividad real previo a la pandemia, único país de la UE en dicha situación, y que las previsiones, en el mejor de los casos, igualan las del Gobierno para 2023, pero rebajando el crecimiento para 2024 respecto a las previsiones gubernamentales, que indica una clara desaceleración de la economía, a diferencia de la «economía como una moto» que vende el Gobierno.
En definitiva, la vicepresidenta Calviño no dijo nada nuevo, no detalló ninguna propuesta, no aclaró nada, salvo la desesperación socialista por su posición en las encuestas. La política económica aplicada por los socialistas podría quedar definida por la letra de la conocida canción de Cecilia: «Nada de ti, nada de mí. Una brisa sin aire soy yo. Nada de nadie». Pues bien, el otro día, la vicepresidenta Calviño no dijo nada nuevo, nada técnico, absolutamente nada, instalada en frases populistas, cuando ella, por su formación, sabe que la situación no es buena, pues conocimientos sobrados tiene para ello. Siguiendo con los juegos de palabras de Sánchez, y con todo el respeto hacia la vicepresidenta Calviño, podríamos decir que no oímos «nada de Nadia». La política económica socialista ha sido una improvisación constante, una huida hacia adelante a lomos del gasto y la deuda. La política económica que habrá de aplicar el próximo gobierno tendrá que devolver la normalidad a la economía española, eliminando los desequilibrios en la que los socialistas, por tercera vez en cuarenta años, la habrán dejado.
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