Ha nacido una juez estrella
Hay días en los que la magia de repente se abre paso entre la incertidumbre. Cinco años después, y con tantas denuncias archivadas que se podría reforestar el Amazonas en autos que niegan responsabilidad penal para nadie, de repente ha coincidido que cuando confirmamos que el hermanísimo está procesado y el Fiscal General está al borde de ir «p’alante», una juez, Isabel Durántez Gil, ha tomado la decisión de imputar a dos altos cargos de Sanidad del Gobierno de la Comunidad de Madrid por su gestión de las residencias.
Fíjese usted qué casualidad: la magistrada que incoa esta auténtica barbaridad fue Directora General del Gobierno de Zapatero. ¡Viva la imparcialidad! Una juez que vuelve a hacer méritos para que Bolaños se fije en ella y la puedan convertir en gran libertadora de la causa. Por supuesto, como todo el mundo sabe, los únicos ancianos «a los que asesinaron» en España perecieron en Madrid. En el resto de residencias del país simplemente murieron. La terrible diferencia entre estar gobernado por un facha o por un rojo: que si eres de los azules a prisión y si eres de los suyos al estrellato.
Vivimos en un país en el que Salvador Illa, que es el responsable de que España tuviera la peor gestión del COVID de todo Occidente, se ha convertido en una suerte de héroe nacional como Presidente de la Generalidad de Cataluña. Un tipo que permitió que un sujeto como Fernando Simón animara a ir al 8M a todos los españoles aún a sabiendas de que iba a provocar un efecto contagio que multiplicaría exponencialmente el peligro para todos aquellos españoles que no llevaran guantes de látex aquel día. Es decir: todos menos las Ministras y Ministres.
Esta causa no es judicial, puesto que naturalmente la nueva jueza estrella de España no tiene ningún interés en dilucidar si alguien tiene responsabilidad penal por elaborar un protocolo en el que, básicamente, se establecía que se debía hacer un triaje de los pacientes. Esto no es más que la vertiente 2.0 de la causa de la Dana, en la que otra nueva magistrada quiere convertirse en un actor político de primera para imputar a los malvados PPeros como responsables de la acción de un murciélago chino o de un barranco que se desbordó sin que Teresa Ribera, que era la competente, tuviera a bien avisar del tema.
Lo que va a pasar a continuación ya lo sabemos: largas declaraciones judiciales, todos los partidos políticos personados, algún madrileño de extrema izquierda llorando desconsoladamente en televisión culpando a Ayuso de la muerte de un tío abuelo segundo (suplantando el dolor de los que de verdad sufren sin querer hacer política), autos de la jueza en los que cuele frases absurdas que escandalicen hasta a la prensa de izquierdas pero que jalearán convenientemente porque creerán que eso les ayuda. Alargará la instrucción y elevará un suplicatorio al Supremo para imputar al Consejero Ruiz Escudero, que naturalmente será rechazado pero ya no servirá de nada: la jueza habrá cumplido su cometido de ser estrella y el Gobierno dirá que en el Supremo hay lawfare.
Y en medio de todo esto, miles de madrileños a los que se va a engañar vilmente diciéndoles que la vida de sus familiares se podía haber salvado cuando es abiertamente mentira. Más que defender los intereses de las víctimas, lo que está haciendo esta jueza es utilizarles.
¿Todo vale contra Ayuso? Pues parece que sí.
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