Muestrario de imágenes reales y tronos
El Rey de España mostró en Londres un perfecto dominio del inglés y un gran conocimiento de la idiosincrasia sajona. Había planeado al milímetro, con la inteligente ayuda de la Reina Letizia, su visita al Reino Unido. Él se ocuparía de los asuntos serios y ella realzaría la imagen de la pareja regia. Los británicos no se creían lo que estaban viendo. La lección de clase que dieron nuestros reyes en Inglaterra ha fascinado al mundo anglo-sajón. Fascinación que no admiten los antihigiénicos populistas semianalfabetos que proliferan en Hispania y que tildan de bananera a nuestra monarquía.
Resulta evidente, ratas y puercos no se pueden comparar a bellas y dignos. Aquellos fueron mal paridos para chupar ubres de dictaduras criminales — o lo poco que queda— de Irán y Venezuela, mientras que los Reyes que representan a nuestra gran Nación vieron la luz al amparo de los derechos humanos y las libertades. ¿La hiena Iglesias, que se planta en palacio ante Felipe VI disfrazado de Cantinflas, no ve cómo van vestidos nuestros monarcas para presentarse ante los monarcas británicos? Los comunistas, los enemigos del comercio como los llama Antonio Escohotado, por horteras que sean, podrían aprender en qué consiste el respeto y la buena educación.
Ahora que ha quedado claro que a esa hiena desterrada en un retrete la Corona no le va a conceder el Toisón de Oro, pasemos al juego de las esperpénticas y siempre sádicas comparaciones, que es un juego que al lector suele entretener mucho. Descrito el éxito del encuentro de Felipe VI y la Reina Letizia con la Reina Isabel II y el duque de Edimburgo, sinteticemos tal evento de otro modo: “La rejuvenecida monarquía española, se mide a la apolillada monarquía inglesa que blande la aterosclerosis cerebral por bandera y el Brexit por blasón”. Y todo ello sin faltar, llamando al pan, pan, y al vino, vino.
Destacar ya que el Monarca, en su discurso en la sesión conjunta de las dos cámaras del Parlamento —lores y comunes— no esquivó el robo de Gibraltar, plaza fuerte que según la ONU nos pertenece, ni las reivindicaciones de los derechos de los españoles que padecen los abusos del Brexit, animando a todos los presentes a preservar y fortalecer la diplomacia bilateral entre ambos países. Y poco más y bueno. Entre carroza va y carroza viene, entre almuerzos y cenas, Letizia cautivó a la isla con su sofisticación y se trajo una portada del The Times Of London. De estar vivo Beau Brummel, el rey de la elegancia inglesa, seguro que calificaría con matrícula de honor el viaje de los Reyes a su país.
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