Opinión

Los monstruos que habitan entre nosotros

  • Carla de la Lá
  • Escritora, periodista y profesora de la Universidad San Pablo CEU. Directora de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Escribo sobre política y estilo de vida.

Halloween no necesita telarañas. Basta echar una mirada a la actualidad, donde los personajes más creepy no vienen del más allá, están aquí, en prime time y legislan con la serenidad de un vampiro recién desayunado. Yo los enviaría a un reality, una mezcla entre Supervivientes VIP y Masterchef, jugando juntos, para siempre.

Encabezando la actualidad, la mujer que nunca se ha despeinado, Isabel Preysler, icónica y glacial, es fácil imaginarla frente a un espejo, con una impecable capa negra, entablando conversación diplomática consigo misma.

Casi tan gélido, Putin es un clásico de terror geopolítico. Nadie produce más miedo con mayor economía gestual: una estatua de hielo como la que podríamos encontrar en el buffet de una boda gitana, con una mano podría activar el misil que nos destruiría, mientras acaricia un gato persa con la otra.

Elon Musk les sigue de cerca en cuanto a hieratismo, se parece a uno de sus robots pero con trastorno de apego. Su ex colega Donald Trump es el zombi político que siempre vuelve, éste sí despeinado, y anaranjado, a recordarnos que la humanidad todavía no ha aprendido su lección.

En el capítulo de los esqueletos, tenemos a Sánchez, su mirada de teletipo gubernamental haría temblar a Chucky. Dicen que ha adelgazado de esquivar puñaladas y aseguran haberle visto flotar por los pasillos presidenciales como un espectro. Esa sonrisa de ventrílocuo de terror B.

A su lado, Begoña Gómez, primera dama del nepotismo inquietante: no hace falta verla, basta intuirla, siempre en la penumbra mediática y si la escuchas ¡Socorro!, su verborrea tecnocrática te hará sentir verdaderamente solo en el infierno.

Ábalos es el payaso sonriente de la política patria, siempre dispuesto a salir del cajón judicial y dar un susto al PSOE.

Mientras, María Jesús Montero recorre las cuentas públicas como una madame de la recaudación, disfrutando de cada impuesto conjurado, la zafiedad llevada al gore, la confirmación de que el fin de la especie humana está cerca y será dolorosa.

Àngels Barceló, orfanato de la libertad, envenenadora mediática, hechiza a los oyentes infantiles, para aceptar los dogmas del establishment como si fueran caramelos en la noche del Truco o Trato. Jorge Javier Vázquez, experimenta en sus carnes, el Dorian Grey del que se ha maleado sin retorno.

Yolanda Díaz y su voz de maestra de parvulario de ultratumba, podría relatar dulcemente que destazó a su exmarido y lo ha guardado, para que descanse, en el congelador. Ione Belarra y Tezanos completan el aquelarre: ella, con su furia pedagógica; él, con su bola de cristal demoscópica que siempre acierta, por decreto; los imagino encerrados en una jaula en las mazmorras de Moncloa, engordando las estadísticas de su amo, como los niños de Hansel y Gretel.

Con la motosierra encendida tenemos a Javier Milei, un Joker de la economía que ríe, grita, predica el caos y te explica el mercado libre como una invocación satánica, me cae genial, pero acojona.

Y luego las muñecas del apocalipsis moderno: Georgina Rodríguez, la Barbie de platino que ni siquiera zampando ibéricos con el trasero en pompa parece humana… o Greta Thunberg, profeta ecológica, Torquemada de la superioridad moral, dispuesta a hacerte sentir culpable por haber nacido. Tamara Falcó, sonrisa beatífica y mirada de Ouija, entra en el concurso como representante del nuevo creepy chic.

Y por supuesto, en el sótano del alma nacional, Juan Carlos I, el emérito convertido en fantasma: aparecerá cada cierto tiempo, levantará la copa y volverá a desaparecer, dejando un eco de campechanía espectral.

El miedo ya no habita en los castillos ni en los cementerios, sino en los despachos, los platós y los timelines. ¿Lo más aterrador? Que nos divierte.