Opinión

Más ‘esteladas’ y menos matemáticas

Cuando hace unos días se hicieron públicos los datos del Informe Pisa que situaba la educación en Cataluña a la cola no sólo en España, también a nivel europeo, la primera reacción de la Generalitat gobernada por separatistas fue echar la culpa a los «inmigrantes» por estar «sobrerrepresentados» en dicho estudio. Cuando vieron que habían quedado como lo que son, unos supremacistas de manual, rectificaron. Pero ya se les había visto, una vez más, el plumero.

Y es que el separatismo catalán tiene dos características básicas: que nunca es responsable de nada y busca un culpable de todos sus errores y que se cree superior al resto de la humanidad, como buenos supremacistas que son. En esta ocasión se ha vuelto a poner en evidencia ambas cualidades, pero sin ningún coste para ellos, dado que el PSOE y Sumar siguen encamados con ellos y el poderoso aparato mediático progresista ha evitado atacar a la Generalitat por su más que evidente xenofobia, racismo cultural o como quieran ustedes denominar a este lamentable comportamiento.

Si la educación catalana está a la cola es porque la Generalitat ha convertido a la mayoría de las escuelas en centros de adoctrinamiento, a muchos profesores en comisarios lingüísticos y porque la «formación del espíritu nacional» está por encima de impartir conocimientos. Más esteladas y menos matemáticas es el lema de la educación catalana, sobre todo la pública, y el Gobierno autonómico catalán, con la complicidad de Pedro Sánchez, está condenando a generaciones de catalanes a una preparación insuficiente que lastrará su futuro en un mundo cada vez más competitivo.

Cuando la única obsesión de la Generalitat, y de un buen número de entidades subvencionadas por el separatismo que ejercen de espías lingüísticos, es erradicar al castellano no sólo de las aulas, sino también de los patios y de los comedores escolares, no se puede aspirar a una educación basada en el mérito y la excelencia. Cuando los requisitos para hacer carrera en la educación pública catalana están basados en la obediencia política, la adhesión inquebrantable a la estelada y una hispanofobia lingüística llevada al extremo, los resultados sólo pueden ser desastrosos.

La inmersión lingüística es un sistema fracasado que condena a centenares de miles de niños castellanoparlantes a recibir una educación de peor calidad en peores condiciones para ellos. Si a este hándicap le unimos unos contenidos basados en la propaganda independentista, inventándose realidades como una Corona Catalanoaragonesa que nunca existió o una Cataluña que venden como un «país de Europa», nos encontramos que a la mayoría de niños catalanes no se les educa, se les adoctrina. La única esperanza de los padres que quieren que sus hijos no sean condenados a la ignorancia es buscar alguna escuela concertada o privada que no siga a pies juntillas las directrices de la Generalitat o procurar que los niños lean en casa lo que no le enseñan los docentes convertidos en comisarios políticos.

Mientras Sánchez siga con su política de impunidad total para el separatismo, estos podrán seguir sojuzgando a la Cataluña no separatista que se siente española, pero que ve como el Gobierno de la Nación le abandona. Por eso el PSC no es la alternativa al independentismo, forma parte de la opresión nacionalista, y es su principal aliado. Un voto a Salvador Illa es apoyar lo peor del supremacismo secesionista, porque es su principal blanqueador.