Opinión

Macron quiere más ‘globalismo’ en Europa

Dice el presidente francés, Emmanuel Macron, que el futuro de Europa está muy mal. Que el continente europeo está al borde del precipicio y qué si los europeos no reaccionamos a tiempo perderemos el control de nuestro destino. Todas estas declaraciones las ha hecho en una entrevista que este fin de semana publica la revista The Economist. Con un titular así, la totalidad de la conversación con el líder francés merecía una lectura profunda y completa. Pero al final uno se encuentra con lo de siempre, un más de lo mismo constante: el globalismo. En pocas palabras, Macron sugiere que o cedemos en soberanía a los de fuera, o los europeos lo tenemos difícil. Lo curioso del caso es que él no parece dispuesto a soltar ni un ápice más de soberanía que pueda suponer darle votos a Marine Le Pen. Macron ha pasado en su país de ser un globalista abanderado de las causas de las élites económicas y de los lobbies de Bruselas, al igual que Pedro Sánchez, a lanzar un “sí, pero no” a la inmigración, es decir, aceptar a los inmigrantes en función de las necesidades del mercado laboral, algo que no dista nada de lo que los partidos del centro-derecha español defienden ante las elecciones de este domingo.

Pero el Macron nacionalista en Francia, es globalista con los demás países europeos. Se nota que quiere coger el testigo del liderazgo de la UE una vez que Angela Merkel se retire políticamente a medio plazo. Una de las cosas que asegura que deben cambiarse en la Unión Europea, asegura el presidente francés, es la concepción de nuestra convivencia instalada en un mercado económico, no como una comunidad bienavenida donde sus miembros “se respetan, se solidarizan y convergen”. Habría que recordarle que en las comunidades sus miembros suelen tener voz y voto, no sólo aceptan órdenes impuestas por entes abstractos que nadie siente como propios. De lo contrario, se pisotean los derechos de los ciudadanos, se retrocede en calidad democrática y el alejamiento de Europa se acentúa. Además, por qué a un búlgaro, rumano, checo, polaco o español le va a interesar ser parte de la UE si eso equivale a renunciar a los elementos, rasgos y tradiciones que les son propios como pueblos. A la gran mayoría de ellos les ha interesado la libre circulación por la UE, ir a trabajar o estudiar a otros países y disfrutar de las ayudas que han modernizado las infraestructuras de sus países, pero no mucho más. Incluso Macron reconoce en la entrevista que el gran beneficiado de la Europa del euro ha sido Alemania.

¿Cómo puedes pedirles a los demás países europeos que se desdibujen, que pierdan su esencia, si les estás diciendo al mismo tiempo que la UE es un tablero de juego con ganadores y perdedores, siendo los ganadores Francia y/o Alemania?

El presidente francés aspira a una Europa soberana en defensa, que no dependa ni de EEUU, ni de la OTAN. Su propuesta va muy en la línea del General de Gaulle, quien en 1966 sacara a Francia de la estructura de mando de la organización y sacara las bases americanas de suelo francés. Macron pretende lo mismo que su predecesor hace 53 años, liderar la defensa europea alejando a los estadounidenses. Previsiblemente está anticipando una victoria de Donald Trump en las presidenciales americanas y, por consiguiente, una perpetuación del discurso de reproches de la Casa Blanca hacia los europeos.

El desenlace podría ser muy similar al vivido hace 15 años con la guerra de Irak: la división de Europa. Por una parte, la parte que en aquella época se bautizó como la “Nueva Europa”, e integrada por los países reacios a practicar un seguidismo ciego de Berlín y París, enfrentada a la “Vieja Europa” de los estados próximos a ambas capitales. Los primeros enfrentados a más cesión de soberanía y la pérdida de su identidad. Los segundos, dispuestos a apoyar el “pensamiento único” de París, Berlín y Bruselas, el discurso “globalista” de los lobbies y despachos de Bruselas. Todo ello debería hacernos pensar sobre el lugar en el qué España quiere estar.