Opinión

Para macrogranja sin controles, el Consejo de Ministros

Las declaraciones del Ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre la supuesta mala calidad de la carne que se produce en las denominadas macrogranjas amenaza con hacer saltar por el aire al Gobierno. Moncloa sigue acusando a Garzón de atizar la polémica de la carne para que se hable de él y Podemos no da su brazo a torcer, señalando la hipocresía del PSOE de Pedro Sánchez, que por una parte defiende lo mismo que el ministro -véase la Agenda 2030- y por otra carga contra el titular de Consumo. Lo cierto es que, a estas alturas, lo que queda meridianamente claro es que si hay una macrogranja sin ningún tipo de controles esa es la del Consejo de Ministros del Gobierno de España.

A un mes de las elecciones en Castilla y León, el cruce de descalificaciones entre socialistas y podemitas amenaza con una hecatombe electoral para la izquierda, perdida en una batalla de intereses particulares que ha alcanzado tintes surrealistas. Las torpes declaraciones de Garzón lo que ponen de manifiesto es que Pedro Sánchez es incapaz -porque no puede- de destituir a su ministro, porque hacerlo significaría la quiebra del Gobierno. Y, entretanto, PSOE y Podemos se siguen despellejando públicamente, un espectáculo grotesco que revela hasta qué punto el Ejecutivo se ha olvidado de la gestión para limitarse a sobrevivir por la vía de untar a golpistas y proetarras. La macrogranja del Gobierno no da para más y a Pedro Sánchez la legislatura se le va a hacer muy larga, porque llegará un momento en que los socios de Gobierno se echarán los trastos definitivamente a la cabeza para marcar su propio territorio dentro de la izquierda.

Y es que, con independencia de la polémica de la carne, lo cierto es que este Gobierno es lo más parecido al camarote de los hermanos Marx: un día sí y otro también hasta que llegue la hora de la rebelión en la macrogranja socialcomunista. Y si no, al tiempo.