Opinión

Lo que pasa en el CNI, se queda en el CNI

La frase que utilizo como titular está tomada del eslogan de una campaña publicitaria para promocionar la ciudad de Las Vegas. La idea que subyace es que este lugar tiene como particularidad una especie de aura sagrada, que permite y consagra lo que allí suceda, teniendo como sello -una especie de denominación de origen- una total y obligada confidencialidad. Lo mismito sucede en la Feria de Sevilla. «Bueno, pero es que era Feria, entonces no cuenta», frases así se empiezan a oír estos días por las tertulias sevillanas. «Hasta el año que viene, no me vuelvas a hablar de eso». Sin embargo, el año que viene será otra Feria, que nada tendrá que ver con ésta. Y este es el verdadero encanto de esta semana de desenfreno, alegría y desahogo que vive Sevilla, y que atrae a tanta gente de todo el mundo. Se da por supuesto que todo el que esté allí, también ve la vida desde ese prisma ligero y efímero, cuyo dogma es la huida de cualquier sentimiento trágico de la vida; y que todo lo que allí sucede, allí se queda.

El Centro Nacional de Inteligencia español, hilando con este obligado aura de confidencialidad, tiene que estar formado por un personal que cuente con una serie de principios que rijan todas y cada una de sus actuaciones: objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, transparencia, austeridad, eficacia y honradez. La ley reguladora del CNI añade el sometimiento de sus actividades al control parlamentario y al control judicial. Deben, además, colaborar con los servicios de inteligencia de otros países y adaptarse permanentemente al contexto internacional y prevenir la aparición de nuevos riesgos y amenazas. Los trabajadores del CNI están obligados a estar en posesión de estas cualidades: discreción, dedicación y disponibilidad permanente para el servicio. Ha sido una de las instituciones más impecables de todo nuestro organigrama gubernamental, hasta que llegó Pedro Sánchez. Nuestro CNI está en una quiebra temeraria: el pulso Robles-Bolaños va creando un terreno lleno de sugerencias para seguir desprestigiando a nuestras fuerzas militares y nuestro servicio de inteligencia.

El fuerte componente militar propio de la cultura institucional del Centro hace que este organismo también se haya caracterizado históricamente por el patriotismo, abnegación y espíritu de sacrificio, la disciplina y la obediencia, la lealtad y el honor. El Sr. Bolaños, político de perfil bajo hasta este episodio, ha vuelto a poner de manifiesto la tendencia del presidente Sánchez a rodearse de gente blanda y mediocre, a los que poder manipular y dirigir sin que rechisten. Cuando el ministro de Presidencia, cargo que jamás terminaré de entender, se expresa, más allá de mover las manos de manera patosa, nerviosa y arrítmica, y por mucho que una trate de concentrarse en el mensaje, sólo hay una respuesta: no ha dicho nada. Es el perfecto ejemplo del nuevo modelo político creado por el sanchismo. Emitir palabras vinculadas al tema que se trate sin que formen ideas. Los más tontos, como diría el presidente de Iberdrola, pensarán que controla tanto el asunto que son ellos lo que no llegan; pero nada de eso, simplemente, no ha dicho nada.

Desde el inicio de esta legislatura, y debido a los pactos del Gobierno con partidos que quieren destrozar el modelo actual de país, nuestros más sólidos pilares están siendo tratados de ser derribados. Para ello, y de forma constante, el arma que utilizan es la difamación. Poco entienden estos individuos la firmeza y la fortaleza inquebrantable de los valores del verdadero español. PSOE, la línea traspasada os deja fuera de las reglas del juego democrático. No estamos en Las Vegas ni en la Feria de Sevilla, aquí no se olvida.