Opinión

Lo que no tiene cura es la ludopatía comunista

Este martes 31 de agosto entra en vigor la normativa que destierra los anuncios de apuestas en formato audiovisual a la franja que va de la una a las cinco de la madrugada y que acaba con los patrocinios deportivos que tuvieran como fondo a un operador del juego. Con esta norma, la marca de los operadores de juego no podrá exhibirse en equipaciones, ni formar parte del nombre de estadios, equipo o competiciones. No se podrá tampoco usar la imagen de personajes famosos en la publicidad del juego, que también será prohibida por completo en internet. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, lo celebró en las redes sociales como si fuera una proeza: «Esta noche entra en vigor la prohibición de la publicidad de juegos de azar y apuestas. No ha sido fácil». Que no ha sido fácil lo saben las empresas privadas de apuestas, clubes deportivos y plataformas online a las que la ‘ley Garzón’ aplicará un mazazo letal que costará 400 millones de euros a un sector que, por otro lado, aporta 1.700 millones de euros al Estado en impuestos.

La nueva regulación de la publicidad del juego online machacará también a varios equipos deportivos que ingresaban importantes sumas de dinero por llevar en sus camisetas las marcas de casinos online y casas de apuestas. Estas empresas patrocinan actualmente a un 76,2 % de los equipos de Primera y Segunda División. Sobra decir que es un palo devastador para el fútbol español, afectado ya gravemente por la pandemia y la ausencia de público en los estadios. Tanto que algunos equipos se han visto obligados para poder sobrevivir a regatear la prohibición buscando el patrocinio de empresas asiáticas que, como no actúan en nuestro país, no vulnerarían el reglamento.

Con la excusa de querer acabar con la lacra social de la ludopatía y la ruina que provoca en colectivos vulnerables, Garzón juega sucio porque arruinará a cientos de empresas que tendrán que bajar sus persianas enviando a miles de trabajadores al paro. Si tanto le preocupa a Garzón la situación de los jóvenes en los barrios más pobres, podría empezar por bajarles el precio de un servicio básico como la luz, en lugar de hacer demagogia atacando a un sector como el del juego online al que la izquierda quiere echar el cierre por mero afán recaudatorio. Además, no hay datos que respalden la tesis del Gobierno de que el juego online está produciendo una nueva generación de ludópatas. España es el segundo país de Europa con la tasa de prevalencia de juego problemático más baja entre los países con datos disponibles, coincidiendo con Noruega. Ya hemos aprendido por experiencia que los remedios de los comunistas suelen ser mucho peor que la enfermedad que pretenden curar. Lo que sí no tiene cura es su ludopatía intervencionista, esa obsesión patológica por controlar la vida de los ciudadanos regulando hasta cada bocanada de aire que respiran.