Opinión

Collboni, sin dar un palo al agua

Dentro de la política abundan los que van de cargo público en cargo público, pero algunos – sobre todo socialistas – no se cortan un pelo cuando han de justificar su currículum, y destacan su vocación de «servicio público», que consiste en cobrar un sueldazo a costa de los ciudadanos a lo largo de toda su vida laboral. En estas lides el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, es un auténtico maestro y ha conseguido la excelencia. Porque hasta para vivir del prójimo hay grados, y Collboni ha alcanzado el cum laude.

Recientemente, ha habido una polémica porque Yolanda Collboni – efectivamente, es hermana del alcalde – ha sido nombrada asesora del Departamento de la Presidencia en el recién constituido gobierno de Salvador Illa, con un sueldo de 72.000 euros. Venía de ser jefa de gabinete del alcalde socialista de Viladecans (Barcelona), con un sueldo de 60.000 euros. Tiene fama de ser eficaz y buena trabajadora, pero el fichaje crujía con unos socialistas siempre dispuestos a exigir a los demás unas ratios de buen gobierno que casi nunca se aplican a ellos mismos. Cuando comenzaron las críticas de la oposición por nepotismo, Jaume Collboni salió raudo a justificar el fichaje diciendo que era «normal» ya que «está dentro de la normalidad de un proceso cubrir posiciones y buscar gente que tiene experiencia contrastada, sobre todo en el ámbito municipal».

Podría parecer que estaba defendiendo a su hermana, pero los que conocen a Jaume Collboni – cuya única preocupación es él – sabe que, en realidad, se estaba defendiendo a sí mismo. Porque si hay alguien que necesita justificar ante los ciudadanos su trayectoria laboral es el actual alcalde de Barcelona que, según los currículums que están en las webs del PSC y del propio ayuntamiento, ha pasado del sindicato socialista, al partido socialista o a cargos designados por los socialistas. Todo un ejemplo de apparátchik o, lo que es lo mismo, de no haber dado un palo al agua en su vida.

Su vida laboral comenzó bajo el manto protector del eterno Josep Maria Álvarez, en esa época secretario general de la UGT catalana, y en la actualidad secretario general de este sindicato a nivel nacional. Jaume Collboni ejerció diversas labores en esta organización, alternándolas con el cargo de portavoz del PSC en el distrito de Horta-Guinardó. Luego pasó a ser coordinador del Grupo Socialista en el Parlament de Cataluña y, a continuación, diputado en dicha cámara. De ahí, pasó a ser regidor de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona, luego teniente de alcalde y, al final, alcalde.

Si Jaume Collboni ha tenido trabajos en el sector privado, se ha cuidado mucho de desvelarlos, porque tanto en el currículum que difunde el consistorio, como en el del PSC, sólo se enumera la ristra de labores vinculadas al dinero público. Porque es del dinero público como sobreviven tanto el PSC como UGT, porque el mito de las cuotas de los fieles es poco más que una leyenda urbana. Hay Collbonis en todos los partidos políticos, pero los socialistas lo han convertido en una práctica demasiado habitual. Y, sobre todo, pocos llegan al nivel de excelencia en no trabajar jamás al que ha llegado el actual alcalde de Barcelona. Cuando Collboni habla de «clase media trabajadora», que es una de sus expresiones favoritas, no sabe de lo que habla, porque lo de «trabajar» es una cosa muy diferente a hacer pasillos, conspirar y chalanear cargos, que es a lo que se ha dedicado a lo largo de su vida laboral.