Opinión

Israel se alza y aniquila al Gobierno que quiere controlar la Justicia

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Ha pasado de refilón lo sucedido semanas pasadas en Israel, un país democrático y donde el pueblo organizado y libre tiene capaz idea de su poder. El primer ministro Benjamin Netanyahu, asediado por múltiples casos de corrupción, intenta sobrevivir tratando de controlar los órganos de la Justicia, sus jueces y sus fiscales. ¿Les suena?

Exactamente, lo que Pedro Sánchez y sus cinco Gobiernos intentan hacer desde el año 2018. Controlar la Justicia a través del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional. Salvo las quejas del principal partido de la oposición ante la Unión Europea, ¿ustedes han visto, oído o conocido alguna movilización ciudadana para denunciar el atropello antidemocrático con visos de autoritarismo demodé? Decididamente, no lo han visto porque no ha existido.

Todo menos quejarse. El Gobierno está trufado de populistas cuya base ideológica esencial es el neocomunismo de siempre, llámese como les dé la gana. Esto no es lo grave; lo sustancial, política e históricamente contemplado, es que una formación (PSOE) que teóricamente debería moverse en las templadas aguas de la socialdemocracia, esto es, el socialismo democrático, por mor de los intereses personales de su particular caudillo se ha mimetizado sin reparo alguno con la facción extremista y radical de la izquierda española. Se lo voy a contar con un precedente histórico: Sánchez se ha convertido en el nuevo Largo Caballero (el Lenin español) que según dijo Ramón Tamames en sede parlamentaria -tampoco hacía falta porque lo conoce todo el mundo- fue el gran culpable de la Guerra Civil de 1936.

Yo creo entender la desfachatez de Sánchez convertido (sin rubor) en presidente del Gobierno. Perpetra sin reparar en gastos lo que le viene en gana y el pueblo, al que esquilma dinero y recorta libertades, aplaude como felpudo batiente.

¡Qué envidia produce el pueblo israelí que lucha por el mantenimiento de su país y por su democracia! Y demuestra que se puede doblar el pulso al semitirano.