La insoportable vileza de un cobarde moral
La declaración, nada velada por cierto, hecha por el presidente del Gobierno según la cual la destitución del coronel Pérez de los Cobos se enmarca dentro de una remodelación del Ministerio de Interior para evitar una «Policía patriótica» -expresión patentada por Pablo Iglesias- es de una gravedad tal que podría decirse que el Ejecutivo socialista ha alcanzado la cumbre de la indecencia moral.
La «Policía patriótica», según la teoría conspiranoica del líder de Podemos y que ahora hace suya Pedro Sánchez, se refiere a la supuesta presencia de grupos policiales al servicio de la derecha y en contra del Gobierno. Es decir, elementos golpistas dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Que la destitución de Pérez de los Cobos se enmarque, según la falsaria declaración de Sánchez, en los intentos del Gobierno de limpiar la Guardia Civil de esa supuesta «Policía patriótica» significa acusar a un coronel de la Guardia Civil de impecable trayectoria de un delito gravísimo. No cabe mayor indecencia ni mayor ignominia.
El presidente del Gobierno de España acusando a sectores de la Benemérita de estar promoviendo una suerte de golpe de Estado. Y todo para cubrir a un ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, que se ha revelado como un mentiroso contumaz, un conspicuo cercenador de derechos y libertades y ya veremos si un prevaricador.
La vileza de Pedro Sánchez, capaz de mancillar el buen nombre de la Guardia Civil y verter a chorros su sectarismo sobre una institución que ha hecho del honor y del patriotismo su bandera, es insoportable. Lo que ha hecho el jefe del Ejecutivo es abyecto, de una bajeza ética sin precedentes. Extender sombras de sospecha sobre la actuación del Instituto Armado es propio de un desalmado sin escrúpulos, de un irresponsable cuyo único objetivo es perpetuarse en el poder degradando hasta la náusea las instituciones del Estado.
A Pérez de los Cobos corresponderá defenderse como crea conveniente de la bajuna insinuación de presidente. Pero desde un punto de vista estrictamente político, lo que ha Sánchez no tiene perdón. El socialcomunismo ha cruzado un peligrosísimo umbral: ha acusado a la mismísima Guardia Civil de incumplir su papel de garante de las libertades y convertirse en una «Policía patriótica» al servicio de espurios intereses.
Sánchez. por si quedaban dudas, se ha retratado: es un cobarde moral
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