Opinión

Y el infame Sánchez ‘riéndose las pelotas’

  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

En el norte de España se emplea esta expresión tan corajuda cuando alguien se ríe a mandíbula batiente de los males de los demás. Algo así como esto: “Nosotros acuchillándonos y el otro descojonándose”. Disculpas por el coloquialismo, pero no hay mejor forma de describir cómo se solazan en Moncloa, básicamente el preboste Sánchez, del miserable -el penúltimo, ya lo verán- episodio de la confrontación a sangre entre las dos facciones más importantes del Partido Popular; una, la institucional, la Presidencia de la Comunidad de Madrid, otra, la partidista, la dirección nacional de Casado y Egea.

Sólo la constancia de cómo le aprovecha esto al más abyecto gobernante que haya tenido nunca España desde los tiempos del felón Fernando VII, debería bastar para que ambas partes recogieran velas, y llegaran a un armisticio. Pero no: la información absolutamente contrastada es: nada de paz, guerra hasta la derrota final de uno u otro, o incluso de los dos. Y del Partido Popular. Sánchez a recoger la basura ajena y en el camión le acompaña Vox. Y el PP a punta para desgüace, roto.

Parece haberse roto. Ahora queda un largo calvario en el que el protagonismo no saldrá de ninguna de las dos partes en conflicto: saldrá de la oposición, pero, sobre todo, de los medios incómodos que van a hurgar, como además es su deber, en la sangrienta herida. En este momento las posiciones sobre el futuro más inmediato son éstas: la dirección de Génova ha depositado la responsabilidad de incoar el expediente contra Ayuso en Andrea Levy, presidenta del Tribunal de Garantías, que es, hay que recordarlo, concejal del Ayuntamiento de Madrid, y que ya ha solicitado a la Presidencia de Madrid toda la información para analizar el caso. En la otra parte, Ayuso y todo su equipo se declara más unido que nunca, y afirma “que sí, que quieren expulsar a la presidenta, pero que ella no se va a marchar por propio voluntad”. Y añaden muy ufanos: “Ella es el partido”.

Lo de menos en estas fechas de la refriega es si el contrato se cumplió, y si el hermano en cuestión (tipo que ha trabajado dieciocho años en el sector sanitario) accedió ilegalmente a su consecución, cosa que parece que no sucedió, lo importante es saber la identidad de los filtradores: Génova se lo atribuye a la Puerta del Sol. Quédense con estas dos frases, la primera del partido nacional: “Nosotros hemos pedido honradamente información, no hacemos portadas”, y la segunda del entorno de Ayuso: “Nos han estado investigando ocho meses. Lo ha hecho Egea por mandato directo de Casado, han escudriñado la vida de todos, desde la familia de la presidenta, su ex-marido, sus novios y de Miguel Ángel Rodríguez, todos”.

Del contrato, según aseguran en la dirección del PP, se tenían noticias desde septiembre. La fijación del mes es tan importante como sugestiva, porque fue exactamente entonces cuando empezaron las discrepancias entre los dos grupos a cuenta de una doble polémica: el adelanto o no del Congreso Regional del PP de Madrid, y, más subrepticiamente, el empeño de Ayuso de presentarse al cargo, nada compartido en la calle Génova donde, al menos se apostaba por una refriega electoral en aquella asamblea. Recuérdese a este respecto que desde la dirección nacional nunca se negó la posibilidad de propulsar a Martínez Almeida como candidato a este cargo. Ahora, la Secretaria General, observa: “Se entenderá que hasta que no supiéramos la verdad del asunto contada por Ayuso, no podíamos convocar el Congreso que se nos pedía. ¿O íbamos a exponernos a un escándalo como ésta en los propios días del Congreso?».

Es cierto, porque lo es, que durante todos estos meses se ha venido manejando la especie envenenada de un supuesto escándalo personal y familiar que afectaría políticamente a la presidenta madrileña. Desde el círculo de Casado se negaba con la boca pequeña y, desde algún partido, concretamente Vox, se insinuaba en el propio Parlamento, aunque bien es cierto que sin ninguna aportación porque ya se sabe que al partido de Abascal se le da mejor advertir que trabajar y demostrar. Esto último exige ponerse manos a la obra, menester que no es la línea estratégica de posición de Abascal y sus muchachos. Todo corría por los círculos madrileños y ahora hemos conocido -lo ha reconocido el propio alcalde- que el asunto ya estaba sobre su mesa antes de que terminara la primera quincena del pasado diciembre.

A estas horas, el alcalde debe saber que, por muchas precisiones (“los interesados me han dicho que no hubo reunión alguna para montar el espionaje”) la única verdad que está funcionando en los círculos de la política es que lo escrito en los medios responde a la realidad. Los periodistas estamos hartos de propalar que una rectificación tiene mil veces menos valor que la información que la causa.

Y en eso estamos, porque lo que ha quedado es que aquella guerra que desde diciembre se había soterrado para no hacerla coincidir con las elecciones de Castilla y León, ya ha estallado. Incluso antes que la de Ucrania. ¿Quién ha tirado ahora el primer cohete? Las dos partes se llaman a andana, pero las dos estaban preparándose para el combate. Una, la tópica de la Puerta del Sol, denuncia que todo es un cambalache urdido, y patrocinado por Moncloa, desde los cuarteles rivales para cargarse, literalmente, al general Ayuso. La otra, niega con rotundidad absoluta, que ellos hayan organizado nada, que NUNCA, NUNCA (lo escribimos con mayúsculas) han articulado ninguna operación de linchamiento y liquidación de Ayuso. ¿A quién creer? Pues ya se ha dictado sentencia: a ninguno de los dos porque, además, conviene a los intereses de los que, el infame Sánchez, desde el tendido de Sol (son realmente abrasadores) contemplan y se ríen, como Calígula, del sangriento espectáculo.

El caso queda de la siguiente manera: Génova ha decidido llegar hasta el final, expediente disciplinario y tribunales incluidos. Lo hace además con esta sentencia que suele utilizar mucho el mismo Egea: “No estamos aquí para repetir la suciedad del pasado”. Se refiere, claro está, a la corrupción Ayuso y su mejor asesor, Miguel Ángel Rodríguez, proclaman, sin ambages, que “han venido a por nosotros”, “que pretenden laminar a la presidenta”. Y de la trifulca no saldrá nada bueno… salvo para el infame Sánchez que se ríe las pelotas -ya lo decimos- observando cómo sus enemigos se tirotean entre ellos. Sánchez, a mayor abundamiento, ordena a su cuadra mediática que se emplee a fondo hocicando en el escándalo y la derecha sociológica, siempre tan cobarde, se queja lastimosamente diciendo: “¡Qué barbaridad, que barbaridad!”, pero sin hacer nada para echar al depravado, infame presidente, que ahora se ríe las pelotas. Todo el mundo hablando del contrato de hermano de Ayuso y, sin embargo, pasa desapercibida la desvergüenza del marido de Calviño beneficiándose de los fondos europeos No tenemos remedio.