Opinión

La incompetencia, al poder

La incompetencia en España tiene premio. Ya ven, en España llevamos más de cincuenta mil muertos por la pandemia, y las dimisiones brillan por su ausencia. Nadie en el Gobierno de España, a pesar de los vaivenes y errores que se cometieron durante los meses de plomo de los contagios, ha sido destituido de su cargo. Presuntamente todos los ministros han hecho lo correcto, si atendemos a que siguen en sus puestos a pesar de la enorme crisis sanitaria, económica y política que hemos vivido y que seguiremos viviendo. Por supuesto, el secreto de su supervivencia política no es su eficacia, sino que a Sánchez no le ha interesado mover fichas.

En el magnífico ‘Manual de incompetencia’, que los periodistas Iñaki Ellakuría y Pablo Planas acaban de publicar, se hace un detallado recorrido de todos los desastres que el Gobierno de Sánchez ha cometido desde que estalló la pandemia. Pero me quiero detener en la región de España en la que la incompetencia ha llegado a extremos que rozan lo artístico, en la comunidad autónoma que, cuánto más incapaz eres, más posibilidades tienes de progresar en política. Siempre, por supuesto, que adornes tu solapa con un churro amarillo de notable tamaño y grites lo más fuerte posible el “lo volveremos a hacer”: Cataluña.

Es una comunidad autónoma tan peculiar que el presidente del gobierno regional no ha tenido que abandonar su cargo por la masacre que se vivió en las residencias de ancianos por la falta de medidas de protección. Ni por las terribles condiciones laborales que tuvieron que sufrir los sanitarios, desprovistos de mascarillas y teniendo que improvisar trajes con bolsas de basura para intentar no contagiarse. Quim Torra ha dejado el cargo por desobedecer la orden judicial de descolgar una pancarta. Su incompetencia no ha sido castigada, al contrario, se ha quitado de en medio con una larga lista de prebendas asociadas a su condición de “ex honorable”. Y encima presume de ser una especie de “héroe” por haberse enfrentado al “Estado español” mientras se llena los bolsillos de euros procedentes de nuestros impuestos.

En Cataluña tenemos a un primer gran incompetente que no ha pagado por su ineptitud: Torra. Pero ahí tenemos a los dos consejeros responsables de la falta de previsión a la hora de dotar de medios al personal sanitario y asistencial, el de Asuntos Sociales (Chakir el Homrani) y la de Salud (Alba Vergés), al frente de sus departamentos, sin haber pagado ningún precio político o moral. Esquerra Republicana les ampara, y los de Junqueras mandan mucho, tanto en Madrid como en Barcelona, así que la presión para que dimitan es prácticamente inexistente. El actual ‘president’ en funciones, Pere Aragonès, es el genio económico del ‘procés’, el que ha facilitado la huida de miles de empresas, el que está hundiendo la inversión privada en Cataluña, el que es incapaz de proponer medidas para afrontar la grave crisis económica. Y ahí le tienen, siendo el presidenciable del partido que posiblemente gane las próximas elecciones autonómicas. Eso sí, el “libertad presos políticos” no falta en ninguno de sus mitines.

El consejero de Empresa es un notable fanático neoconvergente cuyos principales méritos para acceder al cargo es haber sido el cicerone de Puigdemont cuando se trasladó a Bruselas y el poseer una acusada tendencia al histrionismo político. Pongan en Google “Ramón Tremosa eurodiputado Messi” y disfruten. La antaño poderosa economía catalana está en manos de este personaje y de Pere Aragonès. Suerte habrá si la tasa de paro no supera el 25% en unos meses. Pero la incompetencia, como el nacionalismo, es transversal en las instituciones catalanas. Veamos a Ada Colau, la que quería aprovechar la crisis del covid-19 para cerrar las industrias automovilísticas, la que ha convertido las calles de Barcelona en una ratonera para los coches, la que ha conseguido que las aceras de la ciudad sean un peligro para los peatones gracias a las bicicletas y patinetes que campan a sus anchas sin control. Por no hablar de su política para ahuyentar inversiones y su poco interés en garantizar la seguridad de los barceloneses. Pero ahí está, dando cada día lecciones de alta política mientras tiene su ciudad en plena decadencia. Como a Planas y a Ellakuría les dé por sumergirse en la política autonómica y local tendrán que escribir la “Gran Enciclopedia de la Incompetencia”. Y aún se quedarán cortos.