Opinión

Hay que evitar otra ‘Semana Trágica’

El Ministerio del Interior hace bien en reforzar la presencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) en las calles de Cataluña ante las amenazas violentas de la CUP. A medida que crecía la deriva ilegal del procés, los independentistas más radicales han prometido «desbordar muros y límites» para librar «la batalla definitiva» por la independencia. Ante tal exaltación belicista, Interior ha destinado 864 agentes a Cataluña. Entre ellos, dos cuerpos de élite especializados en control de masas. Los denominados Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) se ocuparán de garantizar el orden en grandes concentraciones donde, como hemos visto en los últimos días, la CUP, a través de su organización juvenil Arran, intentará subvertir con la dialéctica de los puños cualquier dictamen legal y democrático que emane de las instituciones del Estado. 

Hace tan solo unas semanas, el modo de apoyar el ‘Sí’ por parte de los antisistema era un cartel con el lema ‘Barrámoslos’ donde aparecían Felipe VI, Mariano Rajoy y José María Aznar, entre otros. El Gobierno se preocupa, y con razón, por la acción de estos grupos violentos. Durante todo este verano, la «turismofobia» que han padecido los visitantes extranjeros en Cataluña ha sido el ensayo general de cara al referéndum ilegal del próximo 1 de octubre. Tratan de ganar con la violencia lo que no pueden obtener a través de la ley. El Ejecutivo debe perseverar en la estela moderada y prudente que ha llevado hasta ahora, pero al mismo tiempo garantizar la seguridad física y psicológica de todos aquellos —mayoría— que no quieren participar del referéndum ilegal. Hablamos de alcaldes, funcionarios y, por supuesto, ciudadanos. 

Todos ellos, demócratas convencidos y ajenos a las ilegalidades de Carles Puigdemont y sus acólitos. Los agentes, por tanto, tienen el deber de disuadir con su presencia y buena organización cualquier acto violento. Desgraciadamente, ya tenemos demasiados capítulos negros en nuestra historia como para volver a caer en ellos. Se trata de evitar, con las evidentes diferencias contextuales, hechos como los acaecidos durante aquella Semana Trágica que en el verano de 1909 tiñeron de sangre las calles de Barcelona debido a la violencia anarquista. El Gobierno está llevando este asunto con suma cautela. Así debe seguir. Los independentistas deben pasar a la historia como lo que son: unos incompetentes, no como mártires.