Opinión

Funcas proyecta el parón de Cataluña

  • José María Rotellar
  • Doctor en Economía. Ex viceconsejero de Hacienda y Política Económica de la Comunidad de Madrid. Profesor del Colegio Universitario Cardenal Cisneros y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria. Escribo sobre economía y política.

Funcas ha publicado sus previsiones de crecimiento para el año 2018 para el conjunto de comunidades autónomas. En él, destaca ya el lamentable efecto que el desvarío secesionista ha provocado en una región que era rica y próspera, la comunidad autónoma catalana.

Cataluña, según las estimaciones de Funcas, va a pasar de una estimación de crecimiento de su PIB para este año del 3,1% a un crecimiento del 1,7% para 2018. Y ese descenso de crecimiento conlleva, lógicamente, o pérdida de puestos de trabajo o imposibilidad de crear el empleo previsto. A menos actividad, menos empleo. Esta circunstancia, que muestran los datos macro, no es más que la representación del efecto que puede darse en la economía de todos los catalanes, de los hogares y de las empresas: un retroceso en el dinamismo de la economía, que lleva a un menor nivel de empleo, que desemboca en menos rentas para la población y, por tanto, menor poder adquisitivo, empobrecimiento y pérdida de bienestar.

La seguridad jurídica es fundamental, y quienes intentaron separar a Cataluña del conjunto de España, la pusieron en entredicho. Cuando se establece un negocio, se planea una inversión o se ofrecen unos servicios profesionales, es esencial que cada actor económico sepa cuáles son las reglas que rigen dicho marco de intercambio, y eso es lo que dinamitaron los secesionistas. Han jugado con fuego, pero con un fuego que, desgraciadamente, afecta a todos, no a ellos exclusivamente, pues todos los catalanes sufren sus efectos y, por extensión, el conjunto de españoles, pues Cataluña es, junto con Madrid, la mayor economía regional de España, que representa casi un 20% de la economía nacional, por lo que los efectos negativos en Cataluña impactan también, aunque en menor medida, en el conjunto nacional.

No obstante, se ve la diferencia que proporciona la seguridad jurídica en el resto de regiones. Así, observamos cómo Madrid, Galicia o Valencia asumen el liderazgo de la economía española con un crecimiento que casi dobla al previsto para Cataluña. Es de desear que la cordura se imponga y vuelva la sensatez a la región catalana, sensatez que cercenaron los independentistas, pues sólo desde ella y desde el enorme beneficio que para todos supone la unidad de España, histórica, cultural, de convivencia y económica, podrá Cataluña recuperar la senda de la prosperidad. Ojalá sea así.