Para esto, haber dimitido hace 2 semanas, Mariano
Mariano Rajoy debió dimitir hace dos semanas y desactivar así la moción de censura de Pedro Sánchez. Hubiera sido un colofón sin mácula para uno de los mejores presidentes de nuestra historia reciente. Si pensaba retirarse en caso de triunfar la propuesta socialista, hacer ese sacrificio por España hubiera evitado un Ejecutivo sumamente débil, entregado a las veleidades de los separatistas vascos y catalanes. Sobre todo porque, después, la actitud del expresidente ha sido intachable. La sombra de Mariano Rajoy no será alargada ni ensombrecerá el futuro de su formación. El último presidente del Partido Popular no quiere ser un jarrón chino. Aquella famosa metáfora de otro exmandatario, Felipe González, asemejaba a esos objetos el papel de los jefes del Ejecutivo cuando abandonaban su cargo: “Se supone que tienen valor y que nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad molestan en todas partes”.
En ese sentido, la cercanía de José María Aznar con respecto al PP, y sus inflamadas declaraciones en los últimos tiempos, han provocado más problemas que soluciones. Si miramos a la izquierda política, José Luis Rodríguez Zapatero es el más claro ejemplo de lo que es un jarrón chino. Su postura indulgente con la dictadura de Nicolás Maduro no ha otorgado prestigio precisamente a las siglas del PSOE. Rajoy no está dispuesto a caer en esos mismos errores. A pesar de que es diputado desde 1986, ha tenido la suficiente integridad como para abandonar los oropeles de la política y volver a la carrera profesional que consiguió por oposición con sólo 24 años, cuando se convirtió en el registrador de la propiedad más joven de España. Esta decisión es su último gesto de hombre de Estado. Refuerza y complementa el discurso que pronunció el día que anunció su dimisión como presidente del Partido Popular: “Es lo mejor para el PP y para mí y creo que también para España y lo demás no importa nada”.
Rajoy pone fin así a más de 32 años de parlamentarismo, esquiva la tentación tan expresidencial de influir en las decisiones de su partido y señala la senda de renovación que debe seguir la formación de Génova 13. A tenor de la situación que vive España, con un Gobierno exiguo conformado por 84 diputados y a merced de las veleidades radicales de sus socios de moción, se hace imprescindible una opción fuerte y con experiencia en el centroderecha español. Mariano Rajoy señala el camino con su actitud. Abre de par en par las puertas del futuro, sin peajes ni cargas, para que sus compañeros construyan el nuevo Partido Popular a partir del próximo 20 de julio en el congreso extraordinario de Madrid. Rajoy se va definitivamente tras dejar España en una situación económica inimaginable hace sólo siete años. El único reproche que se le puede hacer en su adiós es no haberlo efectuado hace dos semanas y librarnos de un problema que no ha hecho más que comenzar.
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