Opinión

¿Está en su sano juicio?

El Ayuntamiento de Madrid, especialmente en el ámbito de Cultura y Deportes, ha desarrollado una depurada habilidad para convertir en esperpento cada acto público. La última demostración ha tenido lugar con los integrantes del Real Madrid de baloncesto, campeones de la Copa del Rey por tercera vez consecutiva, que han recibido perplejos un cenicero portátil por parte de la alcaldesa, Manuela Carmena, para que «vuestros amigos no tiren colillas al suelo ya que la ciudad es de todos». Desde luego, el sentido común y de la oportunidad, tanto por parte de la regidora como de su concejal de área, Celia Mayer, se ha disipado por completo en el Palacio de Comunicaciones.

A medida que pasan los meses, se demuestra de manera más palmaria la incapacidad de esta alcaldesa de 72 años para dirigir con congruencia el ritmo vertiginoso de la ciudad más importante del país. La recepción de hoy no era ni el momento ni el lugar para hacer defensa de la limpieza en Madrid. Sobre todo porque, como ya les enseñamos el pasado 18 de enero en OKDIARIO, Madrid es una urbe repleta de suciedad. Resulta paradójico que Carmena recuerde «las 500.000 colillas que los técnicos de limpieza recogen a diario en Madrid» cuando la mayoría de zonas en la capital de España aún siguen cercadas por la basura.

La improvisación gestora de Ahora Madrid, marca local de Podemos, está tan institucionalizada que incluso llegan a reconocerlo en base a los argumentos más baladíes. El Consistorio también le ha regalado unos gemelos a los jugadores aunque la propia Carmena se ha disculpado por la falta de previsión ya que «no se esperaban esta celebración». El Real Madrid de baloncesto ha ganado 11 de las 15 últimas finales que ha disputado desde 2011 —incluida la Euroliga— y se ha convertido en la indiscutible referencia del deporte de la canasta a nivel continental. No obstante, estos antecedentes no eran suficientes ni para Manuela Carmena ni para Celia Mayer, que tan sólo han podido tirar de «improvisación» con los gemelos y de pueril propaganda con los ya célebres ceniceros portátiles.

El caso de este lunes es tan sólo una muesca más en el inagotable capítulo de las Carmenadas. Para desgracia de la dinámica habitual de los madrileños, el equipo de Gobierno de la capital no deja semana sin escándalo. Al juicio de Rita Maestre por asaltar una capilla católica hay que sumarle la exposición de «coños» [sic] en un centro social donde acuden niños diariamente, el despropósito del Carnaval y los titiriteros o los enchufazos en serie dentro del Ayuntamiento, como si se hubiera convertido en una agencia privada de contratación para Podemos y acólitos.