Opinión

Elecciones generales: ¿Qué futuro quiere para sus hijos?

En el momento en el que se publique este artículo, todos los partidos políticos estarán celebrando sus mítines de cierre de campaña de las elecciones generales que se celebrarán este domingo, día diez de noviembre. El resultado no está nada claro: puede que Sánchez gane de nuevo y que gobierne con Podemos, puede que la situación vuelva a ser ingobernable y haya que volver a una nueva celebración de elecciones dentro de unos meses, o puede que llegue a darse la circunstancia de que Sánchez haya calculado mal y sea posible un gobierno de centro-derecha. Todo es posible ahora mismo. Puede que haya alguna de esas circunstancias que tenga más probabilidad que otras, pero ninguna es imposible en estos momentos.

Por ello, todos los electores deben pensarse bien qué votar, porque no es lo mismo una opción u otra. Si la situación vuelve a ser ingobernable puede mantener la incertidumbre en la economía española, pero peor puede ser que el mercado y los agentes e instituciones económicas percibiesen que, en plena desaceleración, se opta por una política económica de incremento de gasto público, subida masiva de impuestos, elevados déficit y deuda y un creciente intervencionismo en la economía, con la derogación de la reforma laboral como estandarte. Esa política económica es la que abandera el bloque de la izquierda, la que firmaron Sánchez e Iglesias como acuerdo presupuestario, que es la que ha afirmado el Gobierno que recuperarán si consigue ganar las elecciones y formar gobierno.

Además, para ello es probable que Sánchez tenga que recurrir a pactos con los independentistas, con las terribles cesiones que ello podría conllevar, de manera que algunas de ellas pudiesen, incluso, hacerse tambalear el modelo de país que tenemos consagrado en la Constitución, que recoge lo que ha sido y es España desde hace muchos siglos. Ya dijo Iceta que los españoles necesitan tiempo para ir cambiando de opinión en lo relativo a Cataluña.

Ese futuro es el que nos puede esperar si gana la opción de la izquierda. Ese futuro es el que les espera a las nuevas generaciones, a los hijos de cada elector, de cada ciudadano: una economía con un gran intervencionismo, subsidiada, sin incentivos para generar actividad económica, con una política tributaria casi confiscatoria y con una estructura nacional que podría deteriorarse.

Si no quieren ese futuro ni para ustedes ni, sobre todo, para sus hijos, entonces el centro-derecha tiene que poder gobernar, para asegurar una política económica sensata y ortodoxa, para que los impuestos sean bajos y se puedan garantizar los servicios esenciales, y para que sea posible, como dijo Cánovas, “continuar la Historia de España”. Ahora bien, para que ello sea factible no puede desperdiciarse ni un voto por los efectos de la ley electoral. Por ello, y una vez que no se han presentado en coalición, al no aceptar Ciudadanos y Vox la propuesta de Pablo Casado, lo más práctico es votar por quien tenga más posibilidades de disputarle a Sánchez la victoria. Si ese partido fuese Ciudadanos, habría que votar por ellos; si fuese Vox, el voto debería ir a los de Abascal; ahora bien, todas las encuestas muestran con rotundidad que es el PP de Casado quien puede ganar a Sánchez y hacer que el bloque de centro-derecha obtenga más escaños al traducirse los mismos votos en la obtención de más diputados al concentrar el voto eficiente y mayoritariamente. Por tanto, si quieren que gane el centro-derecha, el voto ha de ser para Casado.

Por eso, una vez más, cada elector debe plantearse la pregunta y actuar en consecuencia: ¿qué futuro quiere para sus hijos?