Opinión

La Diada que repugna a Armengol pero que enorgullece a Mallorca

Toda la historia de Cataluña está sustentada por una gigantesca mentira. Una mentira que parte de un complejo que nunca podrá superar el independentismo: estar rodeado de reinos y no haber podido ser jamás ninguno de ellos. Por eso, para tratar de igualarse a Aragón, Valencia y Mallorca, el catalanismo se ha sacado de la chistera un reino catalano-aragonés que es tan falso como la Tierra Media de Tolkien, a pesar de los esfuerzos titánicos de los profesores-adoctrinadores en las aulas difundiendo una versión de la historia absolutamente manipulada.

No hay ni un solo catalanista con un mínimo de cultura general que no sea consciente de que nunca existió una corona catalano-aragonesa. Por eso el objetivo es tratar de ignorar a los verdaderos reinos. Por eso el catalanismo balear se opuso con todas sus fuerzas a la decisión del Consell de devolver al 12 de septiembre la Diada de Mallorca, porque sabe que lo que se celebra hoy es algo que nunca ha podido tener: el juramento de los privilegios del reino de Mallorca por parte del segundo de sus monarcas, Jaume II.

La Carta de Franquesa, o carta de privilegios, fue otorgada por su padre, Jaime I, apenas dos meses después de conquistar la isla, tras renunciar a entregar Mallorca al Principado de Cataluña y dotarlo de la autonomía y poder propio de un reino. El 12 de septiembre de 1276 Jaume II acató con reverencia mística la disposición de su padre y juró esa Carta de Privilegis y Franqueses en la iglesia de Santa Eulàlia.

Como buena catalanista esta historia le repugna a Francina Armengol, que no soporta la idea de admitir la supremacía de la isla en la que ella nació sobre su amada Cataluña. Armengol defiende a muerte el cambio de fecha de la Diada al 31 de diciembre con el objeto de hacer creer que la conquista de Mallorca se debió a la intervención de los caballeros catalanes (otra falacia histórica, ya que las tropas de Jaume I eran de diferentes procedencias, incluso de fuera de España). Por eso la que ha sido durante ocho años presidenta del Govern le da la espalda a su propia tierra mientras no duda en reverenciar la Diada de Cataluña. Repugnante, sin duda, pero nada inusual teniendo en cuenta su comportamiento habitual.