Debate decepcionante

Debate decepcionante

“El ajedrez es arte y cálculo”, decía el ajedrecista soviético Mijaíl Botvínnik. El ajedrez es, sin duda, el mejor entrenamiento para aquellos que quieren dedicarse a la estrategia política, predispone la mente a la anticipación. En la actualidad, existen miles de variantes del ajedrez clásico entre las que se encuentra el ajedrez a cuatro manos. Esta modalidad convierte el tablero en el campo de batalla de estrategias cruzadas donde el ganador se decide a los puntos o por eliminación del resto de participantes. Se trata de un formato similar al debate electoral que vimos ayer.

Existe una máxima en la comunicación política: es preferible no ganar un debate a arriesgarte a perderlo estrepitosamente. Un debate electoral a cinco es tan difícil de ganar como de perder por la segmentación y estimulación múltiple a la que se somete a la audiencia. El formato multijugador es la opción perfecta para garantizar, sin alharacas, la supervivencia de cualquier candidato y, por eso, el presidente del gobierno lo prefiere a un cara a cara con el jefe de la oposición. Pedro Sánchez no quiere exponerse a un K.O., prefiere compartir escenario con una derecha dividida y exacerbada que sigue a rajatabla el guion. Ayer los espectadores asistieron a una batiburrillo de turnos, cronómetros y egos, en el que se primó el ruido en detrimento de lo esencial.

Un presidente del gobierno investido con los votos de aquellos que han dado un golpe de Estado, debería haber sido presa fácil. Un presidente del gobierno que deja la puerta abierta a acuerdos postelectorales con aquellos que justifican la violencia en Cataluña, debería haber sido presa fácil. Un presidente del Gobierno que acepta los votos de los herederos políticos de la ETA, debería haber sido presa fácil. Un presidente del gobierno que proclama a España como una nación de naciones mientras se muestra incapaz de enumerar esa realidad plurinacional, debería ser una presa fácil. Un presidente del gobierno que manipula y miente para ocultar el deterioro económico, debería haber sido presa fácil. Un presidente del gobierno asediado por graves irregularidades que afectan a su persona, a miembros de su gobierno y a su partido, debería haber sido presa fácil. Pedro Sánchez debería haber sido una presa fácil para un bloque de centro-derecha unido y compenetrado.

El éxito en cualquier debate radica cumplir con unos objetivos estratégicos, manejando con solvencia los equilibrios tácticos de las emociones y de las percepciones. Pedro Sánchez salió a resistir y lo logró, sigue políticamente vivo. Debería hacernos reflexionar.

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