La cuña fiscal asfixia a la economía
La OCDE ha publicado su informe Taxing Wages 2023, donde recoge la distancia entre el salario que perciben los trabajadores y el coste laboral que supone para la empresa como consecuencia de los impuestos y cotizaciones sociales ligados al trabajo. Esa diferencia medida sobre el total de costes laborales nos da el porcentaje de cuña fiscal existente. Es decir, el peso que los impuestos y cotizaciones netos de prestaciones tiene sobre los costes laborales, entendidos estos últimos como los salarios brutos más las cotizaciones a la Seguridad Social.
Pues bien, en el análisis que realiza la OCDE se puede comprobar cómo España tiene una de las mayores cuñas fiscales de la OCDE. De esa manera, en 2022 la cuña fiscal en España fue del 39,5% para un trabajador soltero y sin hijos, frente al 39,3% del año anterior, que mantiene, así, una tendencia de incremento constante, de forma que España es uno de los veintitrés países de la OCDE donde aumentó.
Esto supone casi cinco puntos más que la media de la OCDE, que se sitúa en el 34,6%, elemento que lastra la competitividad de nuestras empresas, al tener que soportar unos costes mayores. Adicionalmente, este dato es sumamente preocupante al unirlo con la caída importante que sufrió España en salario real. Así, España fue uno de los treinta y cinco países donde cayó el salario real en 2022, pero, sobre todo, fue uno de los nueve países de la OCDE donde cayó más de un 5% (-5,3%), que muestra que, pese a lo que el Gobierno repite, la inflación en España ha sido y es una de las más altas no sólo de la UE, sino también de la OCDE, pues el efecto del descenso del salario real se debe, en este caso, al aumento de precios, pues los salarios nominales subieron.
Si a ello le añadimos que el tipo impositivo efectivo sobre las rentas del trabajo, medido como la carga fiscal porcentual de los costes laborales, no ha dejado de crecer, el conjunto resultante muestra la asfixia a la economía que supone la política tributaria del Gobierno, que deja sin margen a familias y empresas para poder consumir, ahorrar o invertir. Así, dicho porcentaje pasa en España de un 34% en el año 2000 a un 36% en 2022, que muestra cómo ha subido en dos puntos esa confiscación relativa a las rentas del trabajo. Mientras, y en el mismo período, ha descendido en Alemania, al pasar de un 47,6% en el año 2000 a un 43,7% en 2022; ha descendido en Francia: 43,9% en 2000 frente a un 40,7% en 2022; o en Italia: 43,6% en 2000 y 40,1% en 2022; en la media de la OCDE ha descendido también: del 33,1% en 2000 al 30,7% en 2022. Por supuesto, también desciende en Estados Unidos (29% en 2000 y 27,8% en 2022) y en Reino Unido (29,1% en 2000 y 26,6% en 2022).
Esto merma la competitividad y la productividad de las empresas españolas, les hace perder mercados, disminuye la actividad económica y perjudica, así, al empleo, fruto de una contraproducente política tributaria de impuestos cuasi confiscatorios.
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