Cuestionar a Feijóo, un despropósito
Algo me recuerda –es lo peligroso de tener memoria- a lo que ocurrió con Rajoy tras su derrota ante el inexportable Zapatero en el 2008. ¿Rememoran por un casual aquel congreso de Valencia? Hay que escribir antes que nada que Mariano perdió aquella elección y Núñez Feijóo la ha ganado.
¿Significa lo anterior que acertó en su estrategia el gallego? Evidentemente, hubo errores, sin duda, pero la demoscopia tan imperfecta tuvo algo que ver en ello. Ha superado los ocho millones de votos, ha puesto una distancia sideral con el PSOE en el número de escaños (47) y ha obtenido la mayoría absoluta en el Senado. Ha devuelto al Partido Popular la condición de primera formación de España. La verdad es la verdad. Y siempre es la verdad.
Acto seguido alguien me dirá, sí, oiga, pero no podrá formar Gobierno. Cierto. Todavía queda mucho que decir al respecto, aunque conociendo la catadura del satrapilla de Tetuán (¡ahora se ha marchado 20 días a estirar el palmito a la mansión real de La Mareta tal y como está el teatrillo a costa del contribuyente!) tenemos fácil colegir que si Puigdemont le exige imitar a Cantinflas, bordará al mexicano.
Acierta también en persistir en formar un poder ejecutivo porque sus números le avalan, aunque la matemática, no. El siempre mencionado debate en TVE algo le ha enseñado al respecto, que hay que llenar la silla. Hay que estar subido a la tribuna del Congreso de los Diputados pidiendo la confianza aunque no la obtenga. Decir a los españoles lo que ha ocurrido y presentar un programa de Gobierno limpio, claro y eficaz. Se pongan como quieran; a fuer de realista, Feijóo no tiene alternativa como líder del centroderecha.
Me ha parecido una irresponsabilidad la pretensión de aquéllos (curiosamente los mismos del congreso de Valencia) que han venido a cuestionar al líder del PP. Cosa bien distinta –para eso son liberales y libres- es poner el acento en los errores, pero una golondrina no hace verano. Proponer a Díaz Ayuso todavía más. Flaco favor hacen a la lideresa madrileña. Todos los líderes territorios –clave en un partido como el PP-están detrás de Feijóo, el ganador de las elecciones.
Escrito lo anterior desde la más absoluta independencia apuntar también que Feijóo y su equipo no pueden ejercitarse a diario en el baile de la yenka. Tomar una dirección estratégica clara, explicarla a los españoles y si fracasa, santas pascuas. De paso, normalizar a Vox cuyos dirigentes –aun con sus inevitables exabruptos- que a mí me conste, no han matado a nadie. Si Sánchez ha normalizado lo inormalizable, ya está bien de zarandajas.
Concluyo: a nada que sople el viento en las Rías Bajas, Alberto Núñez Feijóo sigue contando con la posibilidad de ser presidente del Gobierno. Cuenta con una segunda bala.
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