¿Cuándo se jodió Cataluña?

Cataluña, Xavier Rius

Para utilizar la fórmula universal de Mario Vargas Llosa: ¿Cuándo se jodió Cataluña? En materia de inmigración, probablemente hay dos fechas clave.

Una, cuando en el 2009 los alumnos de un instituto de Mollerussa (Lleida) organizaron una protesta contra el uso del velo en las aulas con gorras y cascos.

Profesores biempensantes, buenrollistas y progres les hicieron desistir de su actitud. Los estudiantes -que ahora ya son adultos: han pasado quince años- tenían toda la razón.

En una escuela pública, si algunas chicas iban con una prenda en la cabeza, ellos también tenían derecho a ir con otra. Hemos sacado los crucifijos de la época franquista, pero hemos dejado entrar otros símbolos religiosos.

La segunda fue apenas unos meses después en Vic (Osona). En abril del 2010. El ayuntamiento aprobó una normativa para poner en conocimiento de la Policía la identidad de cada inmigrante que quería empadronarse tras haber llegado ilegalmente.

También tenían más razón que un santo: si la obligación del Estado es impedir la entrada de extranjeros sin papeles, ¿por qué los consistorios han de empadronarlos? ¿No son también Estado? Al fin y al cabo forman parte de la administración pública.

Hay que destacar que, en este caso, el alcalde Marià Vila d’Abadal (CiU) no actuó solo. La medida había sido consensuada con el PSC y ERC.

La presión de algunos medios progresistas -recuerdo sendas crónicas de El País y El Periódico- fue tal que las direcciones de ambos partidos presionaron a sus respectivas agrupaciones locales. Acabaron retirando la iniciativa.

Ahí, en cierta manera, se jodió también el mapa político de Vic. Junts sigue siendo el partido mayoritario, con un 30%, aunque bajando y ahora hay hasta siete partidos en el consistorio.

En Vic tuvo también su feudo Plataforma per Catalunya, el primer partido antiinmigración reconvertido ahora en Som Identitaris. Llegó a tener cinco concejales. El incombustible Josep Anglada sigue al frente.

Quizá añadir que en Vic y en Mollerussa la población extranjera, según datos oficiales de la propia Generalitat, roza el 30%. No obstante, siempre es más porque los sin papeles no salen en las estadísticas y los nacionalizados tras diez años de residencia legal dejan de salir. Sin olvidar que en algunas zonas es muy superior: la población extranjera suele concentrarse en el casco antiguo o en barrios periféricos.

Estas dos son fechas decisivas, aunque en realidad fue una cosa constante en los últimos años. La política de inmigración ha sido la misma con CiU, con el PSC y con Esquerra. Básicamente, papeles para todos y cerrar los CIE (Centros de Internamiento de Extranjeros).

Con el tripartito fue Secretario de Inmigración Oriol Amorós (2006-2011), de ERC. Cuando Artur Mas recuperó el poder en el 2010, nombraron a Xavier Bosch, un hombre de confianza de Àngel Colom, que se mantuvo en el cargo hasta el 2016. Paradójicamente había empezado también en Esquerra. Luego se pasó al PI, el Partido por la Independencia.

En 2016 volvieron a nombrar a Oriol Amorós como Secretario de Igualdad, Migraciones y Ciudadanía porque. Con el nombre oficial, ya se ve también por donde van los tiros. La palabra «inmigración» es tabú.

En fin, el resultado es conocido: Vox consiguió once escaños en el 2021 y los ha mantenido en el 2023. Incluso sumó 30.000 votos más. En la irrupción del partido de Abascal -de cero a once en la anterior legislatura- influyó mucho el proceso, pero también por la inmigración.

Sin olvidar Sílvia Orriols, la alcaldesa de Ripoll, cuna de los terroristas de las Ramblas. Pasó de un concejal a alcaldesa en un mandato. Han entrado con dos pero estuvieron a punto de ser cuatro. Se lo recordaba ella misma en el pleno de este miércoles, el que ponía en marcha el reloj electoral en Cataluña. En efecto, les faltaron dos mil y pico de votos por Barcelona.

Incluso Junts ha modificado su postura. Puigdemont, en el discurso que hizo el 5 de setiembre del año pasado para poner condiciones al PSOE, habló por primera vez de inmigración en mucho tiempo. «Tenemos -dijo- la tasa más alta de toda la península: un 16,2%». Seguramente porque ya sentía el aliento de Orriols en el cogote y temía que pudiera hacerles daño.

Aunque luego, en el Congreso de los Diputados, votaron a favor de la iniciativa legislativa popular a favor de la regularización de los sin papeles. Como el PP, por cierto, que hizo lo mismo pese a que luego Feijóo sacó un día el tema en Cornellà durante la campaña de las autonómicas.

Da igual, la inmigración -como en toda Europa- ha irrumpido con fuerza en la agenda política y mediática. También por problemas de inseguridad ciudadana. Como el caso del joven colombiano degollado por un magrebí en la Barceloneta (Barcelona) en plena verbena de San Juan.

Lo que no sé es si estamos a tiempo de enderezar el rumbo o se ha perdido un tiempo precioso. No es por generalizar. Pero de los terroristas de las Ramblas, nueve nacieron en Marruecos y llegaron siendo niños, mientras que otros dos nacieron directamente en España.

Todo ello no impidió que bajaran a toda velocidad por las Ramblas, circulando en zigzag, para poder matar a cuanta más gente mejor. Ripoll, por cierto, es la cuna de Cataluña. Basta recordar el conde Guifré el Pilós, que se pasó la vida guerreando contra los moros, y el abad Oliba.

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