Opinión

Cuando la corrupción sólo existe si es ajena

A Podemos ya no le quedan principios que traicionar. Hace tiempo que la nueva política se hizo vieja, pero el partido de Pablo Iglesias está alcanzando niveles de decepción inigualables de cara a sus propios votantes. Tanto pregonar la «regeneración de las instituciones» y en cuanto hay un caso de corrupción que amenaza sus pactos políticos o los intereses electorales, sus representantes se alían con quien sea necesario con tal de silenciarlo. Este jueves, el grupo parlamentario que conforman Unidos Podemos, En Comú y En Marea ha evitado condenar en el Congreso de los Diputados la responsabilidad de las formaciones políticas en el saqueo de las cajas de ahorro. Una decisión que los ha llevado a alinearse con Partido Popular y Partido Socialista, a los que tanto han criticado por las irregularidades en las que han estado inmersos.

Esta postura, que desenmascara una vez más la fatuidad del discurso de cartón piedra que enarbola Podemos, viene propiciada porque su socio principal, Izquierda Unida, tuvo varios representantes en los consejos de administración de dichas cajas de ahorros. Entre ellos, José Antonio Moral Santín, condenado a cuatro años de prisión por el uso de su tarjeta black de Cajamadrid, con la que gastó 456.522 euros. Ante la inminente celebración de las elecciones en Andalucía, y con la convocatoria a medio plazo de los comicios locales y autonómicos, han preferido la hipocresía antes que la coherencia. Tanto dar lecciones de ética y moral en la vida pública para caer, una y otra vez, en lo que han criticado hasta el cansancio en el resto de formaciones.

En este caso, hay que valorar la iniciativa de Ciudadanos al precisar que «las tarjetas fiscalmente opacas ‘tarjetas black’ en Bankia son un ejemplo paradigmático de la corrupción y el saqueo por parte de los partidos políticos de las Cajas de Ahorro». Al igual que sucediera con la denuncia sobre el «mercadeo» en la composición del Consejo General del Poder Judicial, la formación que encabeza Albert Rivera se ha quedado sola en su loable reclamación. Al igual que entonces, también, Podemos ha cambiado de criterio y ha pasado de demonizar el tema a apoyarlo sin ambages. Esa es la consistencia de un partido que se ha especializado en decir una cosa y hacer justo la contraria. Que lo olviden los españoles cuando se acerquen a una urna.