Un crecimiento artificial
El Gobierno sigue repicando su mantra sobre el crecimiento económico y el mercado laboral, cuando no vivimos más que un trampantojo, es decir, una ilusión que aparenta lo que no es. Dicho crecimiento cortoplacista no lo niega nadie, pero su efecto en el medio y largo plazo es nefasto.
Sin embargo, el Gobierno insiste en que España es el ejemplo a seguir y aprovecha un mero efecto base estadístico para tratar de apuntar su teoría, que tiene corto recorrido, especialmente en un momento en que los datos de empleo de enero no parecen ser los mejores de ese mes en varios años.
Así, el Gobierno ha elevado este martes su previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) para 2025 desde el 2,4% al 2,6% y ha mantenido sus perspectivas para la evolución económica de 2026 en el 2,2%. Ahora bien, esa subida se debe al aumento del crecimiento intertrimestral del IVTR-2024, producido por modificación previa de los anteriores y de sus componentes, no a auténtica mejora de la economía.
De esa forma, se eleva estadísticamente, sin más, el crecimiento de 2025, porque es la media de los crecimientos interanuales de los cuatro trimestres, y al elevar el crecimiento del último de 2024, el interanual de los tres primeros de 2025 aumentarán por ese efecto estadístico, aunque el crecimiento en esos trimestres fuese cero.
Por tanto, esta mejora del escenario macroeconómico hasta 2026 se produce después de la reciente publicación de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la evolución de la economía española durante 2024, cuando el PIB creció un 3,2%, cinco décimas más que en 2023, tras mantener en el último cuarto del año un avance del 0,8%, el mismo que registró en el segundo y tercer trimestre.
Por otra parte, el Gobierno estima que se crearán alrededor de 500.000 empleos al año y la tasa de paro seguirá bajando, hasta situarse en el 10,4% en 2025 -dos décimas más que en la anterior previsión- y en el 9,7% en 2026.
El aumento de la ocupación previsto por el Gobierno será del 2,5% en 2025 y del 2,3% en 2026. Este crecimiento, ha explicado el ministro, vendrá acompañado de una mejora de la productividad por hora, lo cual parece complicado a la vista del incremento previsto del crecimiento económico y del empleo, que no arrojan ganancias de productividad. Es más, con la reducción de jornada, el aumento de costes presionará a la baja a la actividad económica y, con ella, al empleo, pero el Gobierno vive en el corto plazo, en el «tente mientas cobro», dejando un futuro poco halagüeño.
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