Cosas chulísimas veredes…
Entiendo el gancho/glamour que emana la vicepresidenta Yolanda Díaz. Y también entiendo el miedo escénico que produce en la gallega las expectativas (exclusivamente demoscópicas) en su liderazgo político depositadas.
Es una mujer que entiende el poder rápidamente. Desde sus posiciones comunistas (dicho sin ánimo alguno iniuriandi) se presenta a diario ante las cámaras de televisión como si fuera una revisionista de sus propios fundamentos ideológicos. Su pituitaria galaica alerta acerca de lo que sus mesnadas exigen, amén de que una militante de la teórica ultraizquierda no tiene que ser necesariamente una desarrapada. Y, desde el poder, se queja de que no es capaz de transmitir lo mucho que hace.
Pensábamos, hasta ahora, que eso de la incapacidad comunicativa, era algo propio del centroderecha y la derecha. Resulta que no, al decir de la flamante ministra de Trabajo. Cierto es que cualquier decreto, decreto-ley, orden ministerial que firma la señora Díaz lo auto califica de “hecho histórico”. ¡No será para tanto!
Un diario rescatado mil veces (El País) titulaba a cinco columnas que el nivel de empleo al final de 2021 se situaba por encima de la prepandamia. ¡Cosas chulísimas…! Se le olvida la letra pequeña. Oficialmente, España cerró ese año con 776.000 trabajadores más, en efecto, y según datos oficiales. Se le olvidó decir que todavía hay casi 150.000 trabajadores en los ERTE y que el caudal de empleo restante afecta mayormente al sector público, es decir, el que controla el Gobierno. La contratación pública sigue disparada en dígitos históricos, engordando unas administraciones elefantiásicas. Nadie en su sano juicio y con un ápice de objetividad puede dejar de saludar la tendencia positiva en este definitivo tema, desde luego. Sin embargo, un poco de por favor a la hora de contener la euforia desatada. Todo ello, se produjo estando en vigor la reforma laboral, tan denostada, y escasamente derogada.
Una líder que aspira a ser más líder tampoco puede obviar el asunto de las libertades. Aquí y acullá. Es en las libertades -todas- el tajo donde una líder que aspira tiene que fajarse. Libertad, por ejemplo, para crear empresas y mantenerlas sin argollas y con seguridad jurídica.
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