Colgado de Cuelgamuros

Cuelgamuros

Poco más de dos minutos le bastaron a Cayetana Álvarez de Toledo para sustanciar en sede parlamentaria el proyecto sanchista para la España de hoy: «Colgado en Cuelgamuros».

Punto. No hay más. A Sánchez le importa un pimiento morrón que haya más de tres millones de parados; que el Estado bajo su mando esté en almoneda; que la corrupción haya entrado incluso en su alcoba; que haya colonizado antidemocráticamente hasta el último intersticio de la nación; que la deuda sea impagable; que el 63 por ciento de los hogares españoles tengan serios problemas para llegar a fin de mes; que le tomen a chacota en Europa y en el resto del mundo libre…¡Na de na!

Lo único que le importa es levantar un muro entre españoles; sobrevivir en un poder que se les escurre entre las manos haciendo lo que fuere menester; subsistir malamente rodeado de cráneos y calaveras; utilizar la mentira para tapar sus vergüenzas y su enfermiza obsesión por aparentar que es un estadista cuando no tiene ni capacidad para ser un gerente de discoteca.

«Colgado de Cuelgamuros», en efecto. La trágica Guerra Civil que dio paso a una dictadura de cuatro décadas fueron enterradas con el abrazo de la Transición que el malhadado Zapatero se empeñó en resucitar y Sánchez en reavivar con el único y espurio interés personal de sobrevivir atizando el enfrentamiento.

Cuando deje el poder y pasen algunos lustros, los historiadores más objetivos darán buena cuenta de las hechuras del alma sanchista. Pero el daño hecho está y al día de hoy es irrefutable.

El gran y combativo Fernando Savater ha escrito esto a propósito de las bellacadas sanchistas: «No es la derecha quien está haciendo el panegírico de Franco, sino Sánchez y sus bellacos». Para la Historia.

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