Opinión

Chispazos de (anti) Hispanidad en TVE

Es indiscutible que el titular de cualquier noticia sobre los actos celebrados por el Día de la Fiesta Nacional ya lo había dado el presidente del Gobierno antes de que empezaran. Creo que desde el mundo del periodismo no se le agradece suficientemente lo mucho que facilita el trabajo.

La verdad es que es difícil saber quién lo lleva peor, si Pedro Sánchez por tener que ir al desfile militar o TVE por tener que retransmitirlo. En la televisión pública no tienen más remedio que dar y compartir las imágenes, pero se hace evidente la desgana y la voluntad de hacer una interpretación rácana de lo que está en la esencia de la celebración, que no es otra cosa que la exaltación de los grandes valores nacionales y la conmemoración implícita de las gestas, históricas y actuales, que se han realizado desde nuestra patria común. Ellos tienen la retorcida y biliosa sensación de estar retransmitiendo durante dos horas un mitin de Vox, y claro, tienen que circunscribir la descripción de lo que ocurre a datos fríos y sin referencias al glorioso pasado de nuestros ejércitos, y, por supuesto, hay que tratar de evitar planos abiertos que muestren la ilusión y el sentir del gran número de asistentes.

Xabier Fortes demostró que no ha tenido hasta ahora ningún interés ni conocimiento del Ejército, y se notaba que reproducía con el asombro del neófito los datos y comentarios que le habían puesto en el guion. La justificación de estar donde está y de los trabajos que le encargan, incluida la retransmisión del miércoles, es que se le ha elegido como el gestor del producto sánchez en Televisión Española. Quedará en los anales del servilismo la hermenéutica que realizó con los abucheos “por ser un presidente socialista”, que enlaza con el famoso “bueno, muy bien, ¿no?” que soltó al finalizar la entrevista del mes pasado.

La comandante Ángela Berjillos hizo una labor seria y profesional, con información precisa y oportuna. Más allá de los otros profesionales de TVE, los comentaristas invitados, que de acuerdo con las nuevas instrucciones de Bolaños tienen que salir mucho y ser muy afines, sobraron y ninguno consiguió aportar nada al trabajo del militar. Uno de ellos directamente reconoció que “a él esto de lo militar no le va mucho”. ¿Pero para qué coño llevas a un tipo así? Ah, claro, para desvalorizar y para que transmita indiferencia y socarrona lejanía, cuando no un punto de desprecio. Y respecto a otro de los comentaristas, su mayor aportación fue decir, cuando se oían las pitadas a Sánchez, “que no le debían importar, porque los que le pitan (que era como decir todos los que están viendo el desfile) no son sus votantes”.

Pero quedémonos un momento con Sánchez. Hay casi unanimidad en interpretar que la causa del retraso fue intentar evitar, o acortar al máximo, las increpaciones del público, pero creo que ese no es ni el único ni el principal motivo. Lo que de verdad le pasa es que, en su egolatría, ya no aguanta no ser en cualquier evento el protagonista principal; no aguanta tener que esperar y cumplimentar al Jefe del Estado; no aguanta tener que plantarse en público delante de don Felipe, que además es más alto y más guapo que él.

Todo lo que hizo fue para intentar demostrarse que no está por debajo de nadie, porque eso es lo que su enfermizo ego cree que supone saludar y cumplimentar al Rey. Rebobinemos: esperó para salir del coche a que se abrieran las puertas del Rolls Royce Phantom IV; después hace como que acelera el paso porque ve que los Reyes van a llegar antes que él al lugar en que el protocolo indica que debería estar; y, al final, en vez de quedarse firme en la cabecera de la fila, se adelanta dos pasos y se desalinea del resto de autoridades, para saludarse con Felipe VI, sin hacer ni el más leve movimiento de cabeza, con la misma falta de formalidad que la de dos conocidos que se encuentran por la calle. En fin, una buena amiga tiene el adjetivo más adecuado para describir lo que hace este hombre: ¡patético!

Y, por último, una anotación para Xavi Hernández, que sale muy tocado de la semana de la Hispanidad. No está bien lo de desear el mal ajeno, pero lo ves en la tele y es inevitable pensar que, si a este tío le va mal, nos va a ir mejor a los demás. Y si es así, es porque él se empeñó en que olvidáramos lo buen futbolista que fue y los éxitos que ayudó a cosechar a su equipo y a España, y se ha envuelto torpemente (no es tan sibilino y pérfido como Pep Guardiola) en la bandera del más rancio supremacismo de su ciudad y de `su país´. Es natural que, en la medida que se identifican y hermanan con el procés independentista, se desee que ambos proyectos fracasen mientras se encuentran, como él dice del equipo, en fase de construcción.

En su tantas veces repetido anhelo de perfección de los catalanes, la santificación de Xavi llegará como entrenador nacional del invivible pudridero en que están convirtiendo Cataluña. ¡El estanque dorado de Pujol, la charca amarilla de Jiménez Losantos!