Candilazos

Chiqui, el procés es odio

Chiqui, el procés es odio
Segundo Sanz

Dice la portavoz monclovita que al Gobierno socialcomunista le une con sus socios de la investidura Frankenstein —los golpistas de ERC y los proetarras de Bildu— el «amor a España». Y que por eso les está emplazando a aparcar las «diferencias ideológicas» y consensuar los próximos Presupuestos, todavía una figura fantasmagórica. Ni siquiera ha llegado al Congreso el techo de gasto.

Pero, ¿qué entiende Chiqui Montero por amor? Este delirio argumental, que el telediario de Franganillo y Mateo se encargó de ocultar en el descanso del España-Alemania, denota que este Ejecutivo, que camufla su incompetencia con camionadas de puro marketing, el que sale de la sesera del spin doctor Redondo, trata a los ciudadanos como borregos.

¿Acaso es amor a España que tu criatura incendie las calles de Barcelona durante días o hiera de gravedad a policías por la sentencia del 1-O? ¿Acaso es amor a España mantener estrechos lazos con un grupo de CDR detenidos con material para la fabricación de explosivos y localizaciones de posibles objetivos? ¿Acaso es amor a España dar cobertura a un prófugo de la Justicia de este país como Carles Puigdemont? ¿Acaso es amor a España pasar por delante del ministro de Exteriores y escupirle por ser abanderado del constitucionalismo?

Y qué decir del oxímoron con Bildu. ¿Acaso es amor a España no condenar ni uno solo de los 850 asesinatos cometidos por la banda terrorista ETA y ser la marca política de sus herederos? ¿Acaso es amor a España condicionar todo apoyo al Gobierno al acercamiento de presos etarras que han segado la vida de policías, guardias civiles y otros servidores públicos? ¿Acaso es amor a España atribuir al Instituto Armado hasta mil falsas torturas, como airea la infame y equidistante campaña publicitaria de HBO sobre el best seller ‘Patria’? ¿Acaso es amor a España definirla como «un Estado en el que existe una cultura muy enraizada de aplicar recetas autoritarias a los problemas políticos», aludiendo así al discurso de Felipe VI frente al golpe secesionista en Cataluña?

Tal vez Chiqui o alguno de los rasputines del felón Sánchez deba leer a Enric Prat de la Riba en La nacionalidad catalana (1906), donde este apóstol del procés sentenció: “Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente, hondamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio». El mismo que llevó al xenófobo Torra más recientemente a llamar «bestias taradas» a los españoles. ¡Qué hermoso, María Jesús!

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