El cazador cazado: la animalada jurídica que perpetra el Gobierno

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El Ministerio de Derechos Sociales, que como no tiene mucho que hacer mata moscas con el rabo, pretende crear un registro público de mascotas para, a partir de esta solemne mamarrachada, permitir que las asociaciones animalistas puedan identificar a los cazadores, con sus datos personales, lo que supone que en el afán del Gobierno de garantizar los derechos de los animales se vulnere el derecho a la protección de datos personales de los ciudadanos.

El Gobierno ha sacado ya a consulta pública el Real Decreto para la identificación de animales de compañía que en un extremo permitiría, a través de los perros de caza, tener un listado detallado con los datos estrictamente personales de personas que se dedican a la caza, colocándolos de esta forma en el punto de mira de las asociaciones contrarias a esta actividad cinegética. O sea, el cazador cazado, pues se les obligará a la hora de inscribir a sus perros a incorporar el nombre completo, NIF, dirección, correo electrónico y teléfono de la persona titular.

Se deberá recoger el código de identificación del animal, el número de reidentificación, la localización del medio de identificación o el número de colegiado y provincia del veterinario habilitado que realiza la identificación, entre otras cosas, pero, además -y he aquí el problema- deberá procederse a la identificación completa y exhaustiva de su dueño.

Un listado que podría convertirles en objeto de las iras de las asociaciones animalistas. En suma, un despropósito. Cosas del sanchismo, porque resulta aberrante que el plausible objetivo de proteger a los animales se consiga cercenando el más elemental derecho a la protección de los datos personales de sus dueños. Y que un perro de caza tenga más protección que su propietario es la apoteosis de la estulticia. ¿Quién es el culpable de esta animalada jurídica?, se preguntarán ustedes. No hace falta tener el olfato de un perro de caza para, siguiendo el rastro, terminar en el de siempre. Pedro Sánchez, en efecto

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