La casta de Hollywood pide perdón al mundo por Trump
La batalla entre quienes tienen un plan y los que solo queremos que nos dejen en paz la ganan siempre los primeros. Ese es el secreto del éxito cultural de la izquierda. Ellos saben lo que nos conviene, son los nuevos ungidos, los elegidos por la Providencia neopuritana, y no pueden perder. No soportan perder.
Pueden, naturalmente, dejar que una derecha timorata y convenientemente aleccionada se haga ocasionalmente con la administración, siempre que se limite a gestionar siguiendo los códigos ideológicos de sus superiores, los seres de luz de la izquierda. Pero, ¿una derrota real? No, de ninguna manera: eso es intolerable.
El Síndrome de Delirio Antitrumpista —que tiene a este lado del Atlántico, donde todo es fascismo, su propia variante— se explica por esa razón. Tantos años de decidir lo que es bueno y lo que es malo, lo admisible y lo inadmisible, les ha malacostumbrado, y apenas son capaces de tolerar a un líder que, como Donald Trump, no les pasa ni media ni les reconoce tácitamente su superioridad moral. Con Trump ha valido todo, y no van a parar ahora.
Hollywood se ha trasladado a Turín, al festival de cine italiano, y actores como Alec Baldwin y Sharon Stone han ofrecido sendas prédicas pidiendo perdón a los europeos por el hecho de que su país haya elegido a un «monstruo» como Trump. Stone declaró a los medios italianos que, debido a que Estados Unidos está en su «adolescencia», todo el país es «ingenuo, ignorante y arrogante». Todos, se entiende, menos los actores de Hollywood. Lo revelador es que contrapuso Estados Unidos a Italia, alegando que el país europeo, por haber sufrido el fascismo, está ya vacunado contra él. Alguien debería recordarle que Italia eligió a Giorgia Meloni, aliada ideológica de Trump y acusada literalmente de fascista desde que apareció en el panorama político.
Otro pataleo habitual es el de amenazar con abandonar el país, algo que, hasta donde sabemos, solo ha cumplido Ellen DeGeneres, quien se ha instalado en Gran Bretaña.
Pero, ¿por qué dejar el país cuando te lo puedes llevar contigo? Es lo último: que los estados más demócratas cojan la pelota y se vayan del partido. Secesión, en una palabra. Es la propuesta de Liz Krueger, senadora del estado de Nueva York, en declaraciones al medio Politico.
Krueger ya propuso en plena campaña que, en caso de victoria de Trump, los estados de Nueva York, Massachusetts, Vermont y Connecticut deberían separarse de la Unión y unirse a Canadá, el paraíso de todo lo woke bajo Justin Trudeau. «Sé que Canadá básicamente ha dicho que no dejará entrar a todos si Trump gana. Como individuos, lo han dejado claro», señalaba Krueger. «Pero por eso pensé: ¿por qué tengo que irme de este país? Amo este país, y si Trump gana un segundo mandato, en realidad no es mi culpa ni la de la gente de Nueva York».
«Así que pensé en sugerirle a Canadá que, en lugar de que todos intentemos cruzar ilegalmente la frontera por la noche sin que se den cuenta —lo cual es bastante difícil porque somos muchos—, deberían aceptarnos como la provincia del sudeste. Les propuse, aunque todavía no había obtenido el acuerdo de otros estados, que Nueva York, Connecticut, Massachusetts y Vermont se podrían combinar para formar una gran provincia del sudeste de Canadá».
Krueger, que por lo visto espera que Canadá mantenga su orientación izquierdista indefinidamente, asegura que los políticos de Ottawa podrían apoyar su plan.
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