Opinión

El ‘caso Begoña Gómez’ hunde la imagen de la Universidad Complutense

La Universidad Complutense, antaño institución de prestigio, se está dejando jirones de rigor y excelencia. Y todo por el escándalo derivado de la utilización que de la misma está haciendo, en beneficio propio, la mujer del presidente del Gobierno. La evidente pérdida reputacional de la universidad queda reflejada en la tensión vivida durante la última sesión de su Consejo de Gobierno y en la polémica que sigue generando en sus órganos directivos las cátedras extraordinarias otorgadas a Begoña Gómez, a pesar de carecer de titulación. El órgano que reúne al rector, los vicerrectores, los decanos de las facultades y otros altos cargos universitarios se desarrolló en un clima de notable tensión, destacando el encendido cruce de reproches entre el máximo responsable de la Facultad de Ciencias de la Información, Jorge Clemente, y el rector, Joaquín Goyache, quien ha vuelto a escurrir el bulto ante las críticas que el primero vertió sobre la concesión de las cátedras extraordinarias. «Nuestra universidad debe ser extremadamente diligente en el cumplimiento de la normativa vigente», señaló Clemente, quien añadió: «No voy a abordar siquiera la relevancia reputacional que este tema  está generando ya en nuestra universidad cuando tenemos la Evau  y las matriculaciones a la vuelta de la esquina».

Las críticas del decano de Ciencias de la Información van en la buena dirección, porque es obvio que la Universidad Complutense tiene un descomunal problema de imagen que tiene que abordar con diligencia por su propio interés. Lo que no admite duda alguna es que Begoña Gómez, al margen de su horizonte penal, ha colocado a la institución en una situación insostenible. Ni el acceso a las cátedras, ni el negocio personal en torno a las mismas, resultan tolerables. Y ante esto, la Universidad Complutense no puede mirar para otro lado, porque su responsabilidad en el fraudulento ‘ascenso’ académico de la mujer del presidente es incuestionable